Vamos ya por la cuarta fuerte nevada de esta temporada pero sin duda esta última, justo cuando el invierno nos está enseñando su cara más dura, ha resultado la más copiosa. No ha sido como la famosa de principios del 1998, que con sus 45 cm parejos de nieve, dejó postales espectaculares pero también un buen rastro de problemas: inutilizó todo el tendido telefónico, tiró varios postes de la línea eléctrica, derribó gran cantidad de árboles y, por supuesto, durante bastantes días dejó las vías intransitables. Así pues, como si de una máquina del tiempo se tratara, sin teléfono, sin luz y sin movilidad nos vimos inmersos en un modo de vida como la de un siglo atrás. En esas circunstancias, el día y también la noche, se hacían muy largos y había que empezar a prepararse para una vida de autosuficiencia. Como anécdota, en aquellos días empezamos a recoger las velas de la iglesia para que por la noche pudiéramos alumbrar con ellas las casas. ¿Imagináis el escenario perfecto para una película de suspense?
Bueno, pues cuando este último viernes estuvo de nuevo nevando copiosamente en Troncedo durante parte del día y de la noche la imaginación se nos iba a aquellos días del 98. Por mucho que el refrán diga “año de nieves año de bienes” en el mundo rural las nevadas, aun con beneficios a la larga sobradamente conocidos, de momento no son acogidas con el mismo entusiasmo con que las esperan los urbanitas. Estos días hemos visto como la TV se encarga de recoger imágenes de satisfacción de la gente de la ciudad cuando aparecen los primeros copos y no digamos si encima es para Navidad. Y es que, normalmente, en los pueblos se está preparado para soportar estas inclemencias pero sabemos también los grandes problemas de movilidad que causa para personas y animales. La ganadería extensiva sufre especialmente sus efectos. Además estamos escamados porque los medios técnicos para limpiar las carreteras no llegan a los lugares mas apartados de carreteras secundarias y terciarias con la misma rapidez y eficiencia con que van a las pistas de esquí.
Afortunadamente, esta vez es de justicia reconocer que se ha respondido con más eficacia. No ha fallado ni el teléfono, ni la electricidad y la movilidad se ha restablecido con bastante celeridad. Así pues, este servicio ha mejorado considerablemente respecto años atrás. Esperemos, que los temidos recortes debido a la crisis, no afecten a las atenciones básicas al mundo rural. Con ánimo constructivo no me resisto a dejar pasar la oportunidad de comentar una disfunción que tradicionalmente estamos observando en el servicio de quitanieves. Troncedo, por su carácter fronterizo con su vía HV-4664 depende de la actuación de dos entes: las comarcas de Sobrarbe y de Ribagorza que son las que han asumido la responsabilidad de facilitar la movilidad invernal. Actualmente estamos viviendo, a nivel nacional y regional un debate sobre la eficiencia, duplicidad, competencia etc. entre las distintas administraciones. A escala muy pequeña, desde Troncedo, vemos que este debate no es baldío pues año tras año constatamos que, con una mejor coordinación entre los servicios de quitanieves y deshielos de ambas comarcas, mejoraría considerablemente la eficiencia en el resultado de la limpieza integral de la citada vía.
De cualquier forma, aun con todos los inconvenientes que provoca la nieve, no me resisto a contaros las buenas sensaciones de sentir el silencio y la quietud de la naturaleza después de una fuerte nevada, a disfrutar de la lumbre contemplando el intenso blanco a través de la ventana y, cómo no, a presentaros las bonitas postales que este duro fin de semana, la nieve en Troncedo nos ha dejado.
José Fumanal
¡qué bonito os ha quedado el reportaje!
ResponderEliminarMe encantan las fotos!!!
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