Mostrando entradas con la etiqueta costumbres. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta costumbres. Mostrar todas las entradas

sábado, 12 de septiembre de 2020

El luto también tenía género


Rebuscando fotos para la exposición que prepara la Asociación Castillo de Troncedo  me he encontrado con esta foto en la que aparecen mi prima Matilde con su hijo Clemente en brazos, mi abuela Manuela y mi madre, Balbina. La foto debe ser del verano de  1964. Mi abuela y mi madre, totalmente enlutadas por el fallecimiento de Antonio, el albañil, hijo y hermano respectivamente de ambas. Al toparme con la imagen, me ha recordado muchas otras de mujeres enlutadas, tan frecuentes en mi infancia. De hecho, la única estampa de mi abuela que mi cabeza conserva es la de la foto, una mujer pequeña, enjuta, arrugada, de expresión dura y vestida íntegramente de negro, de pies a cabeza. Pero no era un caso excepcional, a partir de cierta edad que a veces era muy temprana, las mujeres se ponían de luto y, en el peor de los casos, la vida (y la muerte) ya no les daba ocasión para el color, literal y metafóricamente. Primero, era por un abuelo, un padre, una madre... después el marido, y eso contando que no hubiera ningún hijo entre medio. Al final... ya no era edad ni había ánimo (ni dinero) para otras ropas. Y más de una se quedó soltera al encadenar varias pérdidas familiares que, durante varios años, los del luto, le impidieron asistir a verbenas, meriendas o cualquier otro encuentro social. 

Y es que el luto por la muerte de un familiar era una norma social incontestable, había obligatoriedad de mostrar públicamente la pena por una pérdida cercana y reciente.  Y todavía más en las zonas rurales, una costumbre que no comenzó a aligerarse hasta bien entrada  la década de los 70 del siglo XX.  Aun hoy en día,conservamos muchas costumbres en los sepelios oficiales, como es el vestir de color negro, dar el pésame a la familia o dejar de asistir a algún tipo de festejo (aunque esto cada vez menos). Pero es bueno recordar que el luto no siempre ha sido igual en España. De hecho, el protocolo a seguir en caso de muerte fue decretado por los Reyes  Católicos. Ellos fueron los primeros en imponer el color negro  tras el fallecimiento de su hijo el príncipe Juan, ya que antes se vestía de blanco en estas ocasiones, tradición que databa del s.II en Roma. Igualmente sus católicas majestades marcaron que los entierros debían ser recatados, sin un exceso de gritos y lloros (prohibieron la contratación de plañideras) aunque impusieron unas condiciones tan exigentes que el Concilio de Toledo lo reprobó, y fue Felipe V quien definió un nuevo protocolo. Uno de estos cambios los encontramos en el primer año de luto de la viuda, que debía habitar en una habitación tapizada de negro, con las ventanas cerradas y sólo pasado ese año podía incorporar elementos de decoración en tonos más claros.

Después del Concilio, el color negro en el hogar se limitaba a las alfombras y las cortinas. Esta nueva pragmática incluso indicaba que alrededor de la cama mortuoria debían encenderse exactamente ocho velas o qué tipo de tejidos debían vestirse. Con el paso de los siglos, estas costumbres se han ido perdiendo paulatinamente y las mujeres han sido las grandes beneficiadas, pues eran las más perjudicadas, obligadas a guardar el luto de forma mucho más visible y durante largos años si no llegaba a ser, como se ha dicho,  a lo largo de toda su vida. El protocolo estaba muy regulado:

 - Por la muerte del esposo o esposa, el cónyuge llevaba luto riguroso dos años más seis meses de alivio de luto, para relajarse del negro.

- Por la muerte de un hijo, los padres llevaban dos años de riguroso luto más seis meses de alivio, también.

- Por la muerte del padre o de la madre, los hijos llevaban luto un año más seis meses de alivio de luto.

- Por la muerte de un hermano, los hermanos guardaban seis meses de luto riguroso.

- Por la muerte de los abuelos, los nietos guardaban seis meses de luto riguroso más tres meses de alivio.

- Por la muerte de un tío o tía, los sobrinos mantenían tres meses de luto.

El luto riguroso consistía en permanecer apartado de la vida social, ir ataviado de negro y en alejarse de toda actividad de ocio. La clausura en la vivienda duraba tres meses en el caso de las viudas o hijos del fallecido/a. Pasado el transcurso de luto, se pasaba al medio luto, en el que se llevaban colores apagados como el gris o el malva. 

El luto también tenía género. Teniendo en cuenta la alta mortalidad infantil durante la primera mitad del siglo XX y los hijos perdidos en la guerra, es fácil explicarse por qué todas aquellas mujeres mayores de nuestra infancia iban siempre enlutadas, en la ropa y en el corazón. Porque el luto riguroso se cebaba, cómo no, mucho más con ellas, obligadas a vestir de negro de la cabeza a los pies, incluida  la ropa interior, los complementos y las joyas (si las tuvieren). Las únicas piedras que las mujeres podían lucir eran el azabache, la amatista y el ónice, por tratarse de piedras oscuras. Pasado el primer año, los hombres, en cambio, portaban una cinta negra en la manga o en las solapas de la chaqueta. En ambientes urbanos y de clase social acomodada, la cinta negra se colocaba en el sombrero.

Al margen de los signos externos, otro apartado lo constituirían los ritos religiosos y las tradiciones de enterramiento que también estaban estrictamente reguladas. En el último ejemplar de El Caixigar, había un artículo en el que se describía con detalle la organización de la Cofradía del Santísimo Sacramento que se ocupaba de estos menesteres. 




 

martes, 6 de diciembre de 2016

Puertas abiertas

Tradicionalmente las puertas de las casas de Troncedo estaban siempre abiertas, tanto en sentido figurado, pues siempre el forastero que se acercaba encontraba un rincón al lado del fuego y un trago de vino para reponerse de las caminatas de antaño; como en sentido literal. Ahora, en estos tiempos, eso de dejar la puerta abierta es más complicado, por los pocos que quedan  y, a la vez, por los muchos que se acercan con transportes considerablemente más cómodos y rápidos que los de entonces. Pero estas navidades las puertas van a recuperar de alguna manera el espíritu hospitalario de otras épocas. Esos rústicos arbolitos elaborados de forma conjunta en unos talleres que han servido una vez más de excusa para juntarnos invitan a llamar a las puertas, confiados igualmente en que uno va a ser bien acogido ...


jueves, 25 de diciembre de 2014

San Esteban, fiesta de invierno

Hoy es 25 de diciembre, día de Navidad y víspera de las fiestas pequeñas de Troncedo que se celebraban para San Esteban, 26 de diciembre según el calendario católico. Hace unos años escribí un artículo en el que hacía referencia a estas  costumbres que os invito a releer. ¡Que paséis buen día mañana los que andais por el pueblo en estas fechas!

jueves, 25 de septiembre de 2014

Feria de San Miguel. Sanmiguelada


La Feria de San Miguel es considerada una de las más antiguas de Aragón. Su fecha de concesión data de 1201, privilegio que concedió el rey Pedro II al abad de San Vitorián, trasladando a Graus la que solía celebrarse todos los años en el monasterio de San Pedro de Tabernas. La feria duraba 10 días, comenzaba tres días antes de San Miguel; es decir el 26 de septiembre y finalizaba el 5 de octubre. En esos días acudían a Graus numerosos tratantes, ganaderos de toda la zona y de toda España, para la compra y venta de los caballos; porque decían que “era muy bueno el ganado que se vendía en Graus”, convirtiéndose en una feria puntera, que incluso llegó a dictar el precio y el peso para la comarca.
Hasta bien entrada la década de los sesenta del siglo pasado, la feria de San Miguel era una cita para los tratantes de ganado, para agricultores y ganaderos de la región, y para los compradores de caballerías, así como para los patrones que buscaban criados o viceversa, criados que querían cambiar de amos. Por eso se conocía también como “la feria de los amos”

Sufrió un retroceso tras la llegada de la maquinaria agrícola al campo, a causa de la consiguiente desaparición de las caballerías para las faenas. Pero si algo la ha caracterizado, es que no ha perdido el carácter comercial, de ahí su celebración ininterrumpidamente del evento. Además no sólo sirvió como motor de exposición comercial, sino que también dio pie a la creación de nexos personales entre diferentes comarcas y sus gentes.Por todo ello, el Ayuntamiento de Graus en el 2001, coincidiendo con el 800 aniversario de su concesión,  llevó a cabo la reedición de esta significativa muestra caballar y mular. Con la modernización del certamen a los tiempos, se enfocó hacia el ocio y el turismo como elementos principales, sin olvidar el carácter comercial con la compra-venta de ejemplares. Y tras ocho ediciones la feria se ha consolidado como una actividad más dentro del calendario festivo de la localidad.


Sanmiguelada. En relación con la costumbre de contratar sirvientes en estas fechas he encontrado un artículo muy interesante en el blog Contando cosicas de Aragón que paso a transcribir:

 San Miguel fue erigido patrón de las localidades donde convivían cristianos, moriscos y judíos, hasta la expulsión de nuestro país de estos dos últimos, ya que el arcángel aparece en los libros de las tres comunidades. El Santo tiene dedicadas diversas ermitas y parroquias en todo Aragón. Para San Miguel Arcángel (29 de septiembre) terminaba el ciclo agrícola o el año laboral y, así, los jornaleros finalizaban el contrato con sus amos o lo renovaban por un año más. Era la "sanmiguelada", fecha en la que se ajustaban las cuentas del año y se decidían para el siguiente.



Coincidía este día con el repaso de cuentas en las casas, con el ajuste de mozos y sirvientas, la renovación de médicos, farmacéuticos… era algo así como el balance de ingresos después de los gastos onerosos que imponía la recolección, entre fatigas, sudores y lágrimas… Era el día de San Miguel, “revolvedor”, en que la casa de labrador, asalariaba su servidumbre para el año próximo; firmaba el contrato de arriendo de sus domicilios o de sus tierras; vencían los pagaré, el préstamo o la hipoteca; y en dicho día se celebraba en muchos lugares, la feria de la servidumbre, a donde concurrían de casi todos los pueblos de la montaña y donde se celebraban ajustes y buscaban criados, como si se tratase de un mercado de ganado. Una feria de este tipo muy importante se daba en el lugar de Graus.



La llegada de San Miguel suponía un verdadero trasiego de gente joven de ambos sexos; servían en casas de labranza en los pueblos, y en la ciudad como doncellas, cocineras, o niñeras. Los asalariados se vinculaban a las casas, por espacio de una añada, de sanmigalada a sanmigalada, que era la fecha crucial del calendario agrario y el hito temporal de renovación o rescisión de los contratos entre amos y jornaleros. En general esos contratos eran de carácter verbal, en los que la dieta de los jornaleros era muy importante, y ésta se constituiría en uno de los factores de descontento de los jornaleros, ya que muchos de ellos se contrataban poco más que por la comida. La sociedad montañesa era eminentemente autárquica y la circulación del dinero estaba en estado muy embrionario. El refranero popular, hace gala de un enorme sentido irónico: "¡Ya van en menos las malas, que me quedan once meses y tres semanas!” Este axioma popular ha quedado como patrón definidor de las servidumbres sacrificadas. Estar hastiado del comportamiento del amo a la primera semana del contrato es harto significativo. La abstinencia de los jornaleros es un hecho muy divulgado por toda nuestra tierra. Dado el alto índice de testimonios orales, no podemos negar que la frugalidad no estaba exenta en la dieta alimentaria tradicional. El patrimonio y el gobierno doméstico tenía en la virtud del ahorro, una conducta de ejemplaridad. A veces la acción de ahorrar rayaba en la cicatería y en el egoísmo. Y de ello dejaron constancia los peones.



Eran también fechas de retorno de los pastores de las montañas para los que la climatología impedía continuar en los valles pirenaicos, y era el momento de regresar a la tierra baja, a los pastos de invernada. Este descenso se realizaba, en ocasiones, de forma escalonada. En Ansó, las ovejas subían a los puertos el 10 de julio y permanecían en ellos hasta el 29 de septiembre”

Leyendo estas líneas he recordado una anécdota que me contó mi tía Rosalía que de niña, tendría 9 o 10 años a lo sumo, fue llevada a servir para la sanmiguelada a una casa de Ligüerre donde la hacían trabajar de lo lindo y la malalimentaban. Pasado el año, la criatura sacó fuerzas para enfrentarse al amo, pedir le la cuenta y decirle que se marchaba porque no le gustaba estar allí. El amo le contestó que podía marcharse como había venido, que el sueldo ya se lo había cobrado su padre en aceite en la feria de Graus del año anterior. La historia no termina aquí puesto que, con un hatillo en el que envolvió sus pocas posesiones, se marchó (andando, por supuesto) hasta Troncedo, encontró a su madre con otras mujeres “filando” en la placeta y lo primero que le espetó fue que qué mala trabajadora debía ser cuando la habían echado. Me parece un testimonio desgarrador del desamparo y la dureza de la vida para las niñas campesinas de aquellos principios del siglo XX en estos pueblos. Siempre que tengo ocasión traigo al recuerdo estas realidades, creo que es el mejor homenaje que puedo hacer a mis antepasadas, dejar fe de la dureza de su origen para poner en valor cómo supieron sobrevivir y adaptarse a los nuevos tiempos con el firme propósito de mejorar el destino de sus hijas. 




lunes, 22 de septiembre de 2014

San Miguel de Troncedo

Ya nos hemos referido en otras ocasiones a la conservación y el lugar privilegiado que ocupa la imagen de "nuestro" San Miguel en el Museo Diocesano de Barbastro. Cuál no sería la sorpresa cuando curioseando por youtube nos encontramos con este vídeo en el que se pone en valor la talla y, especialmente, la capa del santo.

Precisamente el próximo día 29 de septiembre es la fecha que el calendario católico dedica a este santo y era una de los días feriados más importantes del año agrícola. Para los de Troncedo, era obligado acudir a la de Graus, en la que además de comprar y vender caballerías y otros ganados, también se cerraban otros acuerdos, muchos de los criados se contrataban precisamente de San Miguel a San Miguel

viernes, 1 de agosto de 2014

Títeres, ronda, albahaca, GUIÑOTE ...




"Si huele a albahaca es fiesta en el Alto Aragón".

Y en tal caso no dejarás de oir cantar las cuarenta cuando pases por cerca del bar. Porque el concurso de guiñote es otro de los ingredientes básicos de la fiesta. Así que, señoras y señores, vayan barajando parejas  que, a partir del día 6 de agosto, ya podrán inscribirse. 

Lugar: salón social del pueblo.


martes, 16 de octubre de 2012

El Barzing

A todos los voluntarios y voluntarias que se van a juntar el próximo sábado a limpiar de barzas la pista de SanQuiles, les dedico este simpático post que Mariano Coronas (director de la revista El Gurrión y del blog del mismo nombre) escribió en su día a ese deporte de aventura y riesgo tan extendido por nuestros lares, El Barzing.
 

En aragonés llamamos “barza” y “barzal” a lo que en castellano se llama zarza y zarzal. La “barza” tiene como nombre científico: Rubus fruticosus L. y es de la familia de las  Rosáceas. Ésta es la descripción de sus características: “Arbusto caducifolio de hasta 2 m de altura, muy ramificado y armado de aguijones. Tallos primero erectos, luego colgantes, algunos reptan por el suelo y otros trepan mediante las espinas. Hojas muy aserradas de color verde oscuro por la haz y verde grisáceo y con pilosidad por el envés. Flores blancas o rosadas, de 2 cm de diámetro. Frutos negros, brillantes, de sabor agradable. Se distribuye por toda Europa en los claros de los bosques, matorrales, así como en los bordes de los campos y caminos. Es una especie muy variable. Se distinguen hasta 200 subespecies debido a la facilidad con que hibridizan (característica común en todas las rosáceas)

Tengo para mí (como he leído que escriben algunos) que el problema de las “barzas” es que constituyen una maldición bíblica no explícita, pero evidente. Basta leer este pasaje evangélico para percatarnos de lo que digo: Éxodo 3c... y llegó Moisés al Horeb, la montaña de Dios. El ángel de Yhaveh se le apareció en forma de llama de fuego, en medio de una zarza. Vio que la zarza estaba ardiendo, pero que la zarza no se consumía… Pues, ahí está la cuestión; porque si se hubiera consumido, ¡adiós barzas! Yo creo que hubo en ese momento un defecto de fabricación y que fue un error hacerlas de material incombustible. Los niños de mi quinta que nacimos y vivimos en los pueblos, seguro que recordamos haber visto a nuestros padres quemar barzales en otoño o en invierno (todos los años) y comprobar cómo brotaban de nuevo, como si tal cosa, en la siguiente primavera.

El caso es que practicábamos el barzing todos los años y con mucho fundamento, que decía el otro. Recordando tiempos pasados, vienen a mi memoria varios momentos relacionados con las barzas. Durante el mes de diciembre de cada año, los chavales en edad escolar recorríamos las huertas, la glera del río y los montes próximos al pueblo para ir recogiendo materiales que alimentasen la “hoguera de Nochebuena” que cada 24 de diciembre encendíamos en la Plaza. Una de las piezas más cotizadas eran los barzales porque arden con facilidad y animan con rapidez el fuego para que se enciendan a su vez troncos y “tozas” de árboles (conjunto formado por la base del tronco y las raíces, mezclado con algo de tierra…). Si veíamos a alguien del pueblo que estaba limpiando alguna margen de un campo o de un huerto, le decíamos que nos guardara el barzal para la hoguera de Nochebuena (también llamada por nosotros hoguera de Navidad, porque, en realidad se encendía a las 12 de la noche del día 24 de diciembre, un poco antes de la misa de gallo). Luego las peripecias que pasábamos para transportarlo hasta el depósito de leña y hasta la Plaza solían ser curiosas. Lo mismo hacíamos cuando éramos nosotros mismos los ayudantes de nuestro padre a la hora de ejecutar alguna de esas limpiezas de márgenes: reservábamos el barzal para la gran hoguera colectiva. Las barzas se cortaban con tijeras de podar, con “dallos” (guadañas) o con el “cortabarzas” y en todos los casos, acababa uno señalado, con gotitas de sangre, espinas clavadas, rasguños de variadas dimensiones y cien veces repetida la fina expresión: “las putas barzas”, cada vez que nos acariciaba alguna de ellas.
En las épocas de siega manual, en las que se hacían gavillas en el campo y luego se ataban en fajos, solía haber unas barzas poco desarrolladas que se extendían por el suelo y que llamábamos “richoleras”… Al tratar de coger las gavillas, esas barzas constituían frecuentemente desagradables sorpresas “acariciando” nuestras manos y brazos.
En cambio, en primavera cortábamos, pelábamos y nos comíamos los brotes verdes de las barzas (a pesar de que no eran un manjar exquisito). Ya tenían espinas, pero eran tiernas y no se clavaban y al final del verano asaltábamos los barzales para darnos algunos atracones de moras. Las moras nos las comíamos tal como las íbamos cogiendo, pero nos gustaba ensartarlas en unas hierbas que llamábamos “lastón” y así, cuando regresábamos al pueblo, teníamos una pequeña reserva de dulce alimento antes de refugiarnos en casa.



*El post todavía es más largo (a Mariano, como es muy sabio, le gusta y puede hablar largo y tendido). Recomiendo su lectura completa.

domingo, 26 de febrero de 2012

SEMOS UN EQUIPO

 Que en Troncedo SEMOS un equipo es harto conocido por toda La Fueva, el Sobrarbe y el mundo mundial pero el pasado sábado aprovechamos el Carnaval de este año para ponerlo de manifiesto.  



¡Felicidades a todos y todas por la goleada!



miércoles, 7 de septiembre de 2011

Momentos joteros



Ya hemos querido dejar constancia de que en la boda del sábado pasado hubo de todo, también jotas. Desde las más formales y ortodoxas cantadas durante la ceremonia y las dedicadas a novios y acompañantes que se cantaron en el mismo altar un poco después, hasta las más procaces a las que les llegó el turno unas horas más tarde cuando los delicados caldos servidos en el suculento aperitivo y el exquisito menú habían hecho ya efecto entre los presentes. Entre medio, hay que situar la aceptable interpretación de la ya conocida S'ha feito de nuey por parte de una reducida representación de la mismísima Ronda d'os casaus de Troncedo constituida por Alfredo de Torrocella, Juan de Baile y José de Solanilla quienes se apoyaron (literalmente) para darse el ánimo preciso y el tono adecuado.
El trío Os Casaus
Antonio "estrenando" jota
Pero, volviendo a la parte más desvergonzada y, esperando que nadie se me escandalice a estas alturas, tengo que señalar que después de que una cuadrilla de amigos de los novios entonaran la despedida al estilo de Benasque ("Te daré la despedida/ la qu'echan los de Benasque /quien tenga novia que joda/ y el que no que se la casque"), un animoso Antonio Ezquerra se lanzó con una inédita despedida troncedana que pudiera considerarse una versión femenina de la anterior: "Al estilo de Troncedo / te daré la despedida /la que tenga hombre que joda / la que no, se meta el dedo"

¡Ahí queda eso! (Que conste que los que han seguido leyendo hasta el final ya estaban avisados)