Después de la lluvia, el domingo amaneció luminoso, brindándonos ocasión para no dejar de acercarnos a contemplar el estado final de nuestro torreón medieval tras la reciente intervención de limpieza y consolidación. La sorpresa fue mayúscula cuando, lejos de alzarse solitariamente en su labor vigilante de los antiguos invasores del sur, había sucumbido a otra moderna invasión, la de un ejército de caminantes pacíficos que también venían desde ese mismo punto cardinal. Más de ochenta senderistas de la Asociación Peña Guara de Huesca habían elegido acertadamente el día para realizar una ruta de Salinas de Trillo a Morillo de Monclús, pasando por Troncedo y con la intención de terminar la jornada con una reconfortante comida en Tierrantona. Algunos de ellos nos comentaron que precisamente la participación era mucho más masiva que en otras de sus excursiones (dos autobuses) ya que nuestros pueblos eran un territorio totalmente desconocido para ellos.
Ojo al dato, troncedanos, quizás lleguemos a ver cambios que hagan realidad deseos formulados tantas veces con el ánimo utópico, ¿será nuestro viejo castillo un foco de atracción actual frente a su función intimidadora pasada?, ¿por qué no un lugar de comidas y bocadillos para los caminantes, ciclistas y los cada vez más frecuentes turistas que van buscando lugares como el nuestro, cuyo mayor atractivo es precisamente su alejamiento del turismo masificado?
Después de la lluvia, el domingo amaneció luminoso, brindándonos ocasión para no dejar de acercarnos a contemplar el estado final de nuestro torreón medieval tras la reciente intervención de limpieza y consolidación. La sorpresa fue mayúscula cuando, lejos de alzarse solitariamente en su labor vigilante de los antiguos invasores del sur, había sucumbido a otra moderna invasión, la de un ejército de caminantes pacíficos que también venían desde ese mismo punto cardinal. Más de ochenta senderistas de la Asociación Peña Guara de Huesca habían elegido acertadamente el día para realizar una ruta de Salinas de Trillo a Morillo de Monclús, pasando por Troncedo y con la intención de terminar la jornada con una reconfortante comida en Tierrantona. Algunos de ellos nos comentaron que precisamente la participación era mucho más masiva que en otras de sus excursiones (dos autobuses) ya que nuestros pueblos eran un territorio totalmente desconocido para ellos. 
Ojo al dato, troncedanos, quizás lleguemos a ver cambios que hagan realidad deseos formulados tantas veces con el ánimo utópico, ¿será nuestro viejo castillo un foco de atracción actual frente a su función intimidadora pasada?, ¿por qué no un lugar de comidas y bocadillos para los caminantes, ciclistas y los cada vez más frecuentes turistas que van buscando lugares como el nuestro, cuyo mayor atractivo es precisamente su alejamiento del turismo masificado? 
