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martes, 29 de marzo de 2016

¡A por la número 13!

Hace unos meses le envié a Mariano Coronas un ejemplar de El Caixigar nº 12, edición de junio de 2015. Se trataba de una obligada correspondencia al gesto generoso que él tiene con nuestra Asociación remitiéndonos puntualmente los ejemplares de la  veterana revista El Gurrión, publicada en Labuerda desde 1980 y que, como en otras ocasiones se ha dicho, sirve de inspiración y modelo para nuestro  modesto y local boletín anual.  Mariano registró la recepción del "caixigo" con unas estimulantes palabras que paso a transcribir: 

"Un caixigar, como es fácil deducir, es un bosque de caixigos. En todo caso, para los de fuera de Aragón, igual conviene aclarar que un caixigo es un quejigo; es decir, un roble para que nos entendamos. Pues resulta que en Troncedo, un pueblo en la raya entre Sobrarbe y Ribagorza (provincia de Huesca), hay un grupo numeroso de personas que no paran de trabajar restaurando, reconstruyendo, recuperando, limpiando, marcando, celebrando...: caminos, casas, molino, castillo, fiestas, romerías, conversación, ideas, personas... Son muy aficionados y entusiastas conjugadores de verbos colectivos (como los que he indicado con anterioridad, en gerundio). Y, además, también conjugan el verbo escribir (seguro que con anterioridad, han conjugado sobradamente el verbo leer y el verbo pensar, entre otros); como consecuencia de ello, cada año plantan-escriben un nuevo caixigo; de modo que, en pocos años van a conseguir tener un caixigar de palabras, de letras... Hoy me ha llegado el número 12, con 48 páginas, tamaño cuartilla, fotos en color y dedicado a las “Mujeres de antes”. En la página 2 reproducen ya un hermoso poema de Miguel Hernández “Hijo de la luz”. También hablan de la Feria de San Miguel de Graus, de “Yaya Manuela”, “Una tienda en Troncedo”, “Heridas de guerra”, “De cuando fuimos mineros”, “Fiestas de San Lorenzo”, etc., etc. Yo no sé si los troncedanos que la reciben aprecian suficientemente este trabajo de recuperar y dejar escritos sentimientos, recuerdos, tradiciones, cuentos, personajes, fiestas, etc. de su pueblo y alrededores, pero la faena de quienes impulsan la publicación y de quienes escriben en ella es enormemente meritoria y la calidad del montaje, la disposición de textos y las fotos redondean perfectamente el trabajo, la obra. Y es una maestra incombustible – Pilar Ciutad- quien coordina todo ello y quien me la ha hecho llegar. Yo me he puesto la camiseta de fiesta y he querido hacerme esta foto leyendo “El Caixigar” y, ya de paso, animar a sus colaboradores a seguir en esa empresa que nadie más vendrá a hacer. Si no queremos que se pierda del todo la pequeña o gran historia de nuestros pueblos y de nuestras gentes, tenemos que arremangarnos y escribirla, no queda otra... Felicidades por los doce “caixigos” y mucha fuerza para continuar la empresa."


Después de esto, sólo me queda anunciar que estamos preparando el terreno para plantar el caixigo 13. Ya son varios los queridos colaboradores que se han arremangado y me han hecho llegar nuevas e interesantes historias que no quieren que se pierdan en el olvido ... pero todavía hay sitio para más aportaciones de todo tipo: narraciones, fotos, sugerencias, opiniones, propuestas de futuro ... así como estamos abiertos a nuevos anunciantes que, con su contribución económica, colaboran también a la pervivencia y difusión de la revista.

¡Te esperamos!  
  


viernes, 3 de septiembre de 2010

Desde Troncedo


Una de las ventajas que tiene Troncedo es su emplazamiento en  terreno fronterizo entre dos valles pirenaicos: Sobrarbe y Ribagorza, a la vez que prácticamente a la puerta de ambos mirando desde el Sur. Aislado del mundo pero a la vez cerca de casi todo. En estos tiempos esta ubicación nos permite realizar innumerables excursiones y actividades en una misma jornada, tanto hacia otros valles y montañas al norte como a la tierra llana. Ya hemos descrito algunas y ahora añadimos cómo un día  del pasado mes de agosto, nosotros pudimos, sin necesidad de madrugar, hacer el siguiente recorrido: primero empezar la mañana allá arriba del Entremón, llegando hasta el castillo de Samitier a través de la ermita románica de San Emeterio y San Celedonio, lugar donde Leonardo di Caprio podría haber gritado con mucha más propiedad aquello de "Yo soy el rey del mundoooo" desde el mismo borde del precipicio; más tarde comer en Labuerda, para llegar a buena hora a Boltaña y acompañar a la Ronda por las calles de su pueblo. A partir de ello podíamos elegir entre llegar a cenar a Troncedo o quedarnos al baile; eso depende de cada uno ...