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martes, 27 de septiembre de 2011

Quién lo ha visto y quién lo ve

Foto: Alberto Langa
 En el margen derecho de esta misma página, en la sección de webs recomendadas encontraréis un enlace a la página Mills in AltoAragon en la que se hace referencia a nuestro torno pero, lamentablemente o afortunadamente, no está actualizada. He introducido el término afortunadamente porque esta circunstancia nos permite comparar la imagen de hoy fotografiada por Alberto de casa Luis con las que hace unos años tomó el creador de dicha página, Bernardo Molinero. En realidad  no se llama así  sino que bajo ese castizo seudónimo se esconde un simpático  señor de origen belga (otro más) enamorado de estas tierras y de su patrimonio etnográfico.

El molino fue puesto en funcionamiento en Troncedo  a mitad del siglo XX , aunque la prensa, husillos  y la piedra de moler fueron adquiridos  en  Enate y Montearnero  a propietarios de molinos que  habían sido construidos muy anteriormente. Estuvo  trabajando  a pleno rendimiento durante unos 14 años. El abandono de los olivares,  que se  produjo en la década de los 60,  propició el cese de su actividad y el inicio de su deterioro.  Hacia el año 2006,  la  Asociación Cultural Castillo de Troncedo,   sensibilizada con la recuperación del  patrimonio local   inicia los trabajos de  limpieza y desbroce de su entorno. Paralelamente surge un movimiento a nivel municipal con personas  preocupadas por  el grave estado de deterioro del patrimonio de molinos aceiteros y de trigo ubicados en nuestro término municipal. Este movimiento se organiza y se crea la Asociación de Molinos de La Fueva. Ambas asociaciones junto con  el  Ayuntamiento de La Fueva   impulsan,  con ayudas Leader,  la rehabilitación del mismo en el 2007 gracias a la cesión    que realizan las diez casas propietarias del molino.

Se termina la rehabilitación en 2009. El 6 de diciembre del año 2010 se vuelve a utilizar tras medio siglo de abandono,  efectuando dos prensadas de unos 500 Kg. de olivas  en una memorable jornada. Como futuro,  esperamos  convertir este rincón en un “museo vivo” de manera que, periódicamente,   podamos  organizar actividades relacionadas  con  la extracción del aceite  de oliva rememorando actividades  del pasado.

Placa de la prensa. Fechada en 1859

lunes, 6 de diciembre de 2010

Pasado, presente y ... ¿futuro? del torno de aceite

Al final de este largo día, queda pendiente elaborar un resumen con lo que ha sido el activo y productivo fin de semana, tiempo en el que hemos revivido una de las costumbres de antaño: la elaboración del aceite. Pero antes de contarlo, parece oportuno rescatar el relato  que para el Caixigo  nº 2 del año 2005 nos hizo Emeterio Villar de casa Tejedor contando la historia del torno de aceite de Troncedo:

Los olivos en Troncedo (mi niñez)

Tradicionalmente en Troncedo se había producido aceite para el consumo. El año que había cosecha, se guardaba en el granero o en la bodega en tinajas de barro o pilas de piedra junto con los jamones, las conservas y el trigo. Estas estancias se cerraban con llave para que no entrara ningún ratón, ni de cuatro patas "ni de dos". Si un año sobraba aceite se dejaba en la tinaja para el siguiente y se juntaba con el nuevo. Si era un poco fuerte, duraba más pues se ponía menos cantidad en los guisos. ¡Entonces no existía la fecha de caducidad!  

Cuando había apuros para pagar la contribución o comprar algo para las fiestas de San Lorenzo o Navidad se vendían algunos litros, dependiento de la cantidad que se disponía. ¿Quién  compraba si nadie tenía dinero por aquel entonces? El Sr. Emilio Rami Espuña de casa Joaquín compraba el que le vendían en Troncedo, completaba carga en Salinas y Trillo y, tras envasarlo en "boticos" de piel de cabra lo llevaba a vender a la montaña, bajándose a su regreso patatas para sembrar llamadas cuarentenas blancas, muy buenas. 

Volvamos al oro líquido -las olivas-. Las mejores se criaban en San Quílez, Las Cuastas, Las Cabaniellas, El Pocino, El Redolón, La Coma, Los Mayuales, La Oliva, El Olivarón, ...(todos términos del lugar) Después de la recogida se llevaba a moler a Formigales, Trillo o Palo. En aquellos años llovía y nevaba mucho más que ahora. Cuando la nieve cubría las entradas de las casas lo primero que había que hacer por la mañana era "traña" (camino con la pala) para ir a lo corrales, faenas, ...

Como consecuencia del mal tiempo invernal se acordó construir en Troncedo un molino, así se evitaría el traslado de las olivas a otros lugares. Se formó una sociedad entre diez casas del pueblo y, después de mucho mirar y tras desechar otros emplazamientos, se decidió ubicarlo en una faja del alcalde, José Fumanal Solanilla, cerca de la fuente. Las piedras para su construcción se arrancaron de la misma faja. Todavía tengo en mi memoria a mi tío Agustín Castán Carrera, socio fuerte, golpeando las piedras recias con la maza que conservo como recuerdo. Muchas maderas de las utilizadas son de chopo de Las Espulgas de Viu, cuando se desemboscaban se espaldó la mula "guita", ¡pegaba unas coces qye bi veas!, era pequeña pero más fuerte que el acero. Por suerte no le pasó nada pero el susto fue gordo. Las losas del tejado se arrancaron en Sanchús de Blan, en el Chuñán de Sarrat y en Cochartiga, junto al camino de bajada a Las Comas, donde se daba sal a las ovejas. Las transportaban una reata de animales con los ganchos de carga. Las "leras", que eran las losas más grandes, eran  utilizadas para las esquinas y la parte inferior del tejado. Las puertas y las ventanas las hizo el Sr. José Cabrero, el carpintero de Formigales con maderas de los pinos que serrábamos en los pinares. De esas maderas obteníamos también las "latas" o "barderas" que se utilizaron en el tejado para sujetar las losas. Como argamasa se utilizaba el barro blanco o "buro", el cemento iba con cuentagotas.

Recuerdo con nostalgia los trabajos para su construcción. Yo era el pinche de la cuadrilla, tenía quince años (1952) y ¡tanta ilusión por delante!. Aún resuena en mis oídos: "Zagal, aparta ixa tierra", "Acerca el botejón", "¡Trai-e la bota vino!", ...

El mecanismo de prensa (los usillos y el cabezal) se compraron en casa Pascau de Enate y la piedra de moler en Montearnero -cerca de El Grado-. Todo ello fue transportado en la camioneta de Rito, el maestro de Trillo. Para cooridnar los trabajos decíamos: "¡imos  de junta!" y la reunión se hacía en casa del alcalde -Casa Solanilla-. Como estaba en el medio del pueblo a todos nos iba bien. No faltaba el secretario, Florencio Plan Gracia de casa Sarrat. Los socios o casas eran: Viu, Tejedor, Sarrat, Joaquín, Torrocella, Solanilla, Paxual, Salas, Perera y Torretas.

En el año 1952 se terminó y se puso en funcionamiento. Al segundo pie que se hizo se rompió la bancada y se agrietaron las pilas. Se tuvo que rehacer de nuevo. Se puso un tronco de roble abajo para que, al apretar, subiera la bancada. Esto tronco lo subieron de Garbiés de Torrocella. La idea fue del Sr. Emilio de Casa Joaquín y funcionó. El 5 de enero de 1953 se reinauguró, llevando cada socio dos anegas de olivas. Todavía me acuerdo del pan tostado untado con el primer aceite con azúcar y del vino de la bota. Todos felices nos retiramos de madrugada a descasar la noche de Reyes, más contentos que un chico con zapatos neuvos. Pero poco duró la alegría, a la mañana siguiente, la Sra. Emilia Salinas nos despertó en el barrio de San Angel: "¡Emilio ha muerto!" gritaba desesperada. ¡Vaya día de Reyes que pasamos todo el pueblo! 

Tantos esfuerzos e ilusiones invertidas duraron sólo 11 años. En febrero de 1964 se produjo una helada que mató prácticamente todas las oliveras del pueblo. Se quedaron sin hojas y la corteza se arrancaba como la piel de una culebra. Las que fueron bribadas a lo bruto volvieron a brotar algo pero la ilusión ya desapareció.

¡Pobres antepasados!, con las paredes que tuvieron que hacer de muchos metros de altura para poner una olivera en un espacio que no entraba el par de mulas para labrar. ¡Qué lástima de oliveras, árboles centenarios dignos de ver y cointemplar y que jamás se podrán recuperar! ¡Con qué mimo y esfuerzo se trabajaron para que dieran las olivas y de ellas extraer el precioso oro líquido. ¡Ahora todo perdido!




Así concluía su relato Emeterio, memoria viva del nacimiento y también del abandono del viejo molino. Pero también testigo de su rehabilitación y de su puesta en marcha en el día de hoy. No me equivoco si afirmo que  Emeterio ha vuelto a disfrutar "como un chico con zapatos nuevos".