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jueves, 11 de septiembre de 2025

Sellos y rastros de plomo

Cuando preparaba el informe sobre los niños huérfanos de Barcelona recogidos en Troncedo y en otras casas del Pirineo aragonés a principios del s.XX no encontré ninguna imagen del sello de plomo que llevaban obligatoriamente colgado al cuello esos menores y que me sirvió, como metáfora del peso que el abandono inicial les marcó durante toda su vida, para poner título a mi trabajo (Plomo en el alma). Fue muy torpe por mi parte no recurrir de nuevo al archivo de la Diputación de Barcelona donde tan amablemente me habían facilitado abundante información desde el principio. Ese error se vio recompensado por esa misma institución cuando, tras enviarles un ejemplar del documento, me remitieron una carta de reconocimiento a la que añadieron unos pequeños detalles, entre ellos unos marcapáginas muy valiosos para mí, en los que aparece la imagen tan deseado de ese sello que quedó grabado a fuego en el alma de los niños y niñas abandonados. Gracias infinitas al Arxiu General de la Diputació de Barcelona, @arxiudiba.
P.C.



P.D. Conforme alguien se adentra en un tema, es como si se desplegaran antenas invisibles en todos los sentidos y, aunque en otro momento vital quizás hubieran pasado desapercibidos, a partir de entonces no puede dejar de ir encontrando rastros sobre ese asunto de su interés por todas partes. El último ejemplo de que el  acogimiento (y posterior prohijamiento, en su caso) de niños huérfanos era  un gesto frecuente en aquellos tiempos lo encontré leyendo una publicación en el muro de Facebook de Víctor Pardo Lancina en el que recordaba el aniversario del nacimiento de Ramón Acín. No me resisto a copiar íntegramente el texto y uno de los comentarios que le siguieron:

CXXXVII ANIVERSARIO DEL NACIMIENTO DE RAMÓN ACÍN
Pintor, escultor, articulista, ilustrador y pedagogo, el militante anarcosindicalista Ramón Acín, es una de las más atractivas e influyentes personalidades en el mundo de la cultura y la sociedad en Aragón, durante las primeras décadas del pasado siglo XX.
Hijo de Santos Acín y de María Aquilué, Ramón Arsenio Acín Aquilué nació en Huesca hace 137 años, el 30 de agosto de 1888, en el número 3 de la calle de Las Cortes, la casa en la que vivirá toda su vida y donde desarrollará su fecundo trabajo.
Aficionado desde muy temprano al dibujo, recibe clases del pintor Félix Lafuente, con el que trabará una duradera amistad. No menos intensa que la relación que cultivará a lo largo de los años con otras figuras del ámbito artístico, de las letras o el activismo sindical y político como Felipe Coscolla, Ricardo Compairé, Luis López Allué, Manuel Bescós conocido como «Silvio Kossti», Ismael González de la Serna, José María Aventín Llanas, Luis Buñuel, Herminio Almendros, el capitán Fermín Galán…
Particular vinculación establecerá con Felipe Alaiz, Ángel Samblancat, Joaquín Maurín, Gil Bel o Félix Carrasquer, con los que fundará revistas y colaborará en proyectos vinculados con la denuncia de las injusticias, la agitación social y la extensión de la cultura. Actividades que, en varias ocasiones, le acarrearon procesos judiciales, detenciones y encarcelamientos.
Con todo, «su mejor obra», como dejó escrito Rafael Sánchez Ventura, fue su hogar. «Ejemplo emocionante de armonía, de elevación, de belleza, donde todo adquiría dignidad y gracia; (…) aquel hogar animado por la inteligente alegría de Conchita Monrás, la tierna compañera de Ramón, a él identificada con orgulloso amor, iluminado por el radiante hechizo de las dos niñas, a tono ambas en hermosura y precoz sensibilidad e inteligencia con el ambiente de la casa».
Ramón y Conchita (Barcelona, 1898) cultivaron una relación intensa de amor y complicidad. Mariano Añoto, huérfano prohijado en casa de Acín y criado con Katia y Sol, se refiere en unas notas personales a este clima de libertad y cariño: «Ramón y Conchita eran una pareja sin prejuicios que se amaban y amaban. Pensaban, deseaban un mundo más limpio, más alegre, más digno para todos. La familia Acín era una avanzadilla del futuro. En realidad, vivíamos ya en el futuro».
La Guerra Civil destrozó las esperanzas que la República había sembrado en la sociedad española y empapó la tierra de sangre y el aire de odio y saña. «¡Ay, Ramón Acín –escribió Max Aub–, fusilado y fusilada su mujer por culpa de sus buenos vecinos de Huesca!». Ramón y Conchita fueron detenidos el 6 de agosto de 1936. Ramón murió fusilado el mismo día y Concha el 23 de agosto, junto a casi un centenar de oscenses. Katia y Sol quedaron huérfanas con 11 y 13 años respectivamente. La casa de la calle de las Cortes fue saqueada por los asesinos.

Antonio Bárcabo
Te agradezco el recuerdo para Mariano Añoto que con el asesinato de Ramón y Conchita quedó desamparado y al que algunas buenas gentes de Huesca ayudaron como pudieron


 

miércoles, 23 de julio de 2025

La península de las casas vacías. Un libro que nos interpela literaria y literalmente.

 

Los soldados estuvieron de pie junto a los juncos alrededor de tres horas y media hasta que, a medianoche, el matemático Tagüeña, encargado de aquellas unidades, dio una señal que era una palmada al hombro que los unos a los otros de forma consecutiva se iban a dar a lo largo de todo el trecho de río que habían escogido para franquear. No lanzaron consignas o gritos de guerra. La operación se llevó a cabo en el más absoluto silencio, interrumpido únicamente de los remos de las barcas mal bogadas. Fueron guiados por aparceros republicanos de la zona, quienes conocían los puntos del río menos peligrosos. Aunque también hubo quien sintió pánico al ver las aguas del río y desertó, como el Campesino, uno de los militares republicanos más célebres y loados.”


El tío Miguel,  campesino y soldado.
(El marco de la foto lo hacían
los propios soldados en sus ratos
 de ocio en el frente)
 
¿Habrá algún íbero descendiente de los hunos o de los hotros o incluso de los "haquellos"  que quedaron en medio que no se haya encontrado con sus ancestros en algún momento a lo largo de estas 695 páginas? En este párrafo de la página 570 yo he visto con nitidez el rostro aterrorizado de mi tío Miguel Lacambra Garcés, otro campesino (este, ni célebre ni loado) frente a esa mayúscula corriente de agua, incomparable a todos los barrancos de Troncedo juntos ni siquiera en las primaveras excepcionalmente lluviosas como la de este año. Fue en ese punto donde también se dio la vuelta y echó a andar hacia Barcelona. Difícil imaginar cómo llegó hasta casa de su hermana Rosalía, sorteando la muerte segura si hubiera sido interceptado por cualquier patrulla militar. Ella lo escondió hasta el final de la guerra en la pequeña portería que regentaba y, a pesar de las penurias del momento, consiguió el sustento para el prófugo, su pequeña hija de 6 años y ella misma saliendo por las noches a robar en las huertas de las afueras de la ciudad, mientras su propio marido estaba preso en un campo de concentración en León. Historias familiares una y mil veces repetidas por ella y mi madre, la hermana pequeña, añorando al que era ”el ser más bueno del mundo”, que más tarde volvería enfermo,  “cogió frío en los riñones durmiendo la siesta bajo una higuera en el frente(una infección sin duda), para morir poco más de un año después entre gritos de dolor, con la sangre envenenada, cuando esos mismos riñones dejaron finalmente de filtrar.


Además de las íntimas sensaciones que evocan las líneas de esta inmensa (por contenido, volumen, datos, recorrido…) novela, la emoción y el desgarro están presenten en todos sus centenares de páginas. Confieso que esa inmersión en la triste y reciente historia de nuestro país se me ha hecho bola en algunos momentos por la exuberancia de las imágenes del realismo mágico que envuelve a toda la obra. No me pillaba de nuevo, ya había oído hablar mucho de ella y de la originalidad de su estilo pero ha habido ocasiones en las que me resultaba difícil desentrañar entre lo mágico y el realismo real (valga la redundancia). Dicho esto, reconozco que el libro es un compendio ambicioso y conmovedor de la mal llamada guerra civil española, que abruma por la dimensión, la exhaustiva  narración y su recorrido geográfico. Y digo mal llamada porque ni fue civil (militares contra el pueblo) ni fue una guerra entre hermanos, conceptos acuñados posteriormente por los rebelados para justificar la inhumana tropelía a quien ellos mismos habían bautizado  como una cruzada bendecida por la Iglesia Católica. Pablo Ardolendo cargando por toda la península con el cadáver de su hermano (a quien él mismo había ejecutado)  para llevarlo a enterrar junto a la familia es la expresión más rotunda de lo falsario de ese concepto de guerra fratricida, los hermanos no abandonan los cuerpos amontonados de otros hermanos en fosas olvidadas.
  
Y si esta abundancia de imágenes y relatos metafóricos ha añadido dificultad a la lectura y  derivado en una digestión más lenta, también hay que reconocerle que contribuyen de manera diferente a todo lo escrito hasta ahora para concluir que la trágica travesía de Jándula, trasunto literario del pueblo natal del autor,  resume de una u otra manera la de todos los pueblos peninsulares así como el personaje de Odisto y su familia, a los cientos de miles de campesinos arrastrados y arruinados vitalmente por la violencia desatada tras el golpe militar. Volviendo a lo conocido de primera mano, en Troncedo no he oído que pasara literalmente eso de que los cristales se desgastaran por la mirada de las mujeres atisbando la llegada del ausente pero sí me han hablado de  las madres que salían corriendo cuando, en un goteo lento y angustioso, por el camino aparecía la figura de un soldado que volvía. Cada una de ellas esperaba que esa vez fuera su hijo, aunque ya sabemos que algunas se llevaron ese anhelo a la tumba.

   Difícil escoger entre tanto dolor y  brutalidad pero el capítulo 112, El puerto de los olvidados, me ha resultado particularmente estremecedor de principio a fin. Y, contra los reparos esbozados en lo referente al estilo imaginativo del autor, no puedo dejar de destacar el valor en la abundancia de citas históricas que acrecientan el rigor de la historia y retratan perfectamente a los protagonistas históricos de uno y otro lado. Y como mi modesta opinión no es más que eso, modesta, después de escribirla he buscado otras y, entre ellas, apunto esta encontrada en un blog de críticas literarias que, aunque difiere notablemente en el valor que atribuye al estilo del autor,  coincide en muchos aspectos con la mía:

Sea como fuere, La península de las casas vacías merece vuestra atención y no saldréis indemnes de ella. Os emocionaréis con los personajes, con el uso del realismo mágico, con las tragedias, con los abusos y la rabia descontrolada de los fascistas, con la indignación de los republicanos demócratas, os indignaréis con las malas decisiones del ejército republicano y los aciertos de un Franco apoyado por el fascismo europeo. Y, ante todo, sufriréis con el devenir de una familia humilde que se ganará vuestros corazones y que lo irá rompiendo hasta la última página. No hay tregua para los Ardolendo, no hay tregua para Odisto y su familia. No hay salida posible de una guerra civil. Y quizás, tras su lectura, seamos un poco más conscientes del dolor que se padeció en España entre 1936 y 1975. Y quizás, tras su lectura, nos comprometamos un poco más con la memoria democrática, con la verdad, la justicia y la reparación de las víctimas republicanas.


En este sentido es el propio autor quien  nos  interpela directamente y de forma abundante entre sus páginas. Se trata de otro ejercicio estilístico peculiar en el que él mismo se hace presente y juega a interactuar con los personajes e incluso a alterar los tiempos y el devenir de la Historia:

“Si os preguntáis la razón por la que he preferido descongelarlos y matarlos a que despertaran en cuarenta años, os la resumo: me daba pena que, en cuatro décadas, los niños despertaran en una sociedad que, en lugar de tratar la guerra con una firme memoria histórica, firmará un pacto de silencio y dedicará únicamente un par de páginas en los libros de texto al conflicto”.




"La guerra es simple: consiste en introducir un pedazo de hierro en un pedazo de carne"
                                                                   
                                                               Jean-Luc Godard

P.C.




domingo, 8 de diciembre de 2024

Club de lectura: Años de vida (para leer)

El sábado 7 de diciembre tuvo lugar una sesión de lujo de nuestro club de lectura. Agradecemos sinceramente a Marta Borraz que en una mañana tan intempestiva se acercara hasta nuestro pequeño pueblo para compartir con nosotros un cálido encuentro en torno a su libro Años de vida, una obra sobre la figura de su abuelo, Alfonso Borraz, envuelto en algunos de los episodios más convulsos de nuestra historia reciente. Marta nos describió lo difícil que puede resultar escribir sobre algo tan cercano como la propia familia y hacerlo con respeto riguroso a los hechos históricos y a la personalidad de sus integrantes. Desgranó el proceso de elaboración del libro, desde la decisión del título hasta las tareas de documentación, búsqueda de testimonios, selección de información a incorporar… pasando por el complejo trabajo de colaboración con su editor. Entramos igualmente en aspectos de estilo que sitúan al relato de forma precisa en el lugar y el tiempo evocado como, por ejemplo, la incorporación natural de vocablos altoaragoneses o la presencia de dos voces narradoras, tan distantes en el espacio y en lo ideológico y tan próximas en los afectos, metáfora perfecta de las dos Españas en combate. Hubo momentos en los que llegó a emocionarnos o a provocar la risa con algunas de las anécdotas que le han sucedido en las diversas presentaciones y tareas de promoción de su libro que está actualmente en los primeros puestos de la lista de los más vendidos en Aragón.



Fueron prácticamente dos horas de intercambio de reflexiones y consultas sobre una historia que deambula entre acontecimientos, lugares y paisajes conocidos, protagonizados por personajes que no nos dejan de ser familiares en el marco la sociedad rural de la época. Marta consigue recrear el ambiente con la composición de escenarios, diálogos o elementos costumbristas como la música o lo que ella misma denominó banda sonora de la novela. Todas estos recursos nos llevaron a expresar en voz alta una idea que nos rondaba a todos tras la lectura, que de ella podría salir una muy buena película. Esperamos tener muchos años de vida para llegar a verla en las pantallas (tampoco queremos esperar demasiado). Mientras tanto nos emplazaremos para leer la nueva novela que nos adelantó estar escribiendo, basada también en hechos reales pero en las últimas décadas del siglo pasado y de temática muy diferente que igualmente promete mucho…


Gracias, Marta, y que sigas cosechando éxitos, tal y como sabemos que ocurrió en esa misma tarde en la Feria del Libro Aragonés de Monzón.




viernes, 6 de septiembre de 2024

Años de vida... para recordar y LEER

 

No se me ocurre mejor homenaje a un abuelo que escribir su vida. Además el trabajo viene en un lenguaje literario de sorprendente calidad para ser una ópera prima de alguien ajeno a ese mundillo  Y si cualquiera de las peripecias vitales de nuestros ancestros, hasta las más anodinas, son dignas de ser contadas y rescatadas del olvido, cuando éstas se desarrollan en los tiempos de convulsión y desgarro que le tocaron vivir al doctor Borraz, el retrato amplía el foco a todo el pasado reciente de este país. Por eso el libro pasa a engrosar la lista de lecturas recomendadas para la recuperación de la memoria histórica o, mejor dicho, memoria democrática. Una necesidad que cada vez se está haciendo más evidente, por el interés de unos y otros. Los que abogan por el rescate y los que lo hacen por el olvido. Como le escuché decir recientemente a Blas Coscollar en Saravillo con motivo de otro ejercicio de rescate histórico, en este caso de la figura de Constante Bielsa y su familia de músicos franceses así como la del dance de la Rosca de Saravillo, la memoria es el des-olvido. Y es el desolvido de las generaciones anteriores a la nuestra, sus devenires y los conflictos en los que se vieron envueltos el que debemos conocer y traer al presente para no caer precisamente en el olvido interesado de quienes justifican la complejidad y el horro con argumentos simplistas cuando no negacionistas o, simplemente, falaces.

Pero en esta novela tan personal los lectores altoaragoneses no quedaremos decepcionados, podremos emocionarnos doblemente al reconocer lugares y personas muy próximas y cómo se posicionaron en aquellos años feroces, ya fuera por convicción o porque la riada de acontecimientos los arrastró sin remedio. La autora no ha dudado en describirlos con rigor y crudeza, con nombres y apellidos, empezando por los de su propia familia. Un apunte en cuanto al estilo es el acierto del recurso de dos voces en la narración que por un lado son tan cercanas en lo íntimo y familiar y, por otro, tan distantes en lo emocional y vital, No sé si es premeditado, pero pareciera una lejana analogía con el trasfondo de las dos Españas enfrentadas.

En conclusión, una novela de fácil lectura que atrapa desde la primera página y resulta muy apropiada para estos  días de vuelta a la rutina en los que las tareas y desafíos de nuevas etapas profesionales y vitales se agolpan en nuestra cotidianeidad.

Nos encantaría poder contar con la presencia de la autora, Marta Borraz, en alguna de nuestras próximas sesiones del club de lectura de Troncedo para poder preguntarle muchas cosas sobre esta novela y sobre la información que sin duda ha recopilado para documentarse en su escritura. Mientras tanto, mañana mismo, sábado 7 de septiembre la podéis encontrar en Aínsa.




domingo, 10 de febrero de 2019

El olvido es la falsificación del pasado

Hace unos días Carles Francino y Elvira Lindo entrevistaban en el programa La Ventana de la Cadena SER  a Mercedes Hernández, Presidenta de la Asociación de Mujeres de Guatemala, que relataba cómo en su país han realizado una importante tarea de denuncia de las atrocidades de la dictadura y de dignificación de las víctimas. Reflexionando sobre las trabas que en España se han puesto y se siguen poniendo a la recuperación de la Memoria Histórica dejó una frase que me impactó: "El olvido es la falsificación del pasado". Creo que puedo asegurar que todos los que colaboramos y los que reciben  con agrado los ejemplares de nuestros boletines anuales (los caixigos que van formando un gran Caixigar de papel) podríamos suscribir esta afirmación. No queremos y no podemos olvidar  porque sólo sobre  la presencia del pasado en nuestra vida podremos sustentar un  futuro mejor. Al fin y al cabo cada generación  es un eslabón imprescindible para conformar  la cadena de la Historia.

 En esta línea de recuperación de la memoria, hace tiempo que me rondaba la idea de recoger algunos episodios de  la década de los cuarenta del pasado siglo, cuando a las penurias propias de la posguerra y la dictadura imperante (miseria, racionamiento, represión, falta de libertades...) se sumó por estos lares la presencia intimidatoria de grupos de guerrilleros antifranquistas (maquis). Ha sido una ardua tarea porque el impacto de aquella tormenta (palabra tomada en préstamo de las referencias literarias) en el espíritu de los testigos fue tan profundo que todavía hoy cuesta recabar testimonios. La mayoría de los que lo vivieron directamente ya se nos han marchado y los que aún quedan vivos eran muy jóvenes, prácticamente niños, pero siguen llevando marcadas en su espíritu las consignas de silencio, dolor, miedo o incluso, vergüenza para hablar.  A pesar de todo, con la colaboración de unos pocos se han podido recoger pequeños episodios, casi anecdóticos  a los que  dar cierta coherencia en el contexto histórico español y mundial, con la pretensión de condensar la información en un artículo para un próximo número de la revista El Caixigar.

Sin embargo esa pretendida "condensación" abarca tal número de páginas que se ha erigido en un único y  monográfico número de la revista que próximamente estará a disposición de las personas interesadas. Y digo esto último porque esta vez no se va a distribuir gratuitamente entre los socios de la Asociación Cultural Castillo de Troncedo como en otras ocasiones. Dado el  carácter extraordinario de esta edición y su no inclusión en los presupuestos anuales la distribución se realizará a demanda. Eso sí, con un precio especial para los socios y socias. 

Sin haberlo pretendido inicialmente, la aparición de este número extraordinario coincide con el 80º aniversario del exilio español. Por ello es una satisfacción pensar que  aunque sea con un sencillo y humilde documento local, también desde Troncedo contribuyamos al programa de actos de recuerdo y homenaje.

jueves, 22 de noviembre de 2018

Los gurriones del Memorial de Torrero






El viernes ocho de junio de 2018 tuve la oportunidad de realizar una interesante y estremecedora visita por algunos lugares de nuestra memoria recuperada. Con la magnífica guía de Pilar Amador, profesora de Historia jubilada, y organizado por la Universidad Popular de Zaragoza el recorrido se desarrolló entre la cárcel de Torrero  y el cementerio del mismo nombre. El relato de  las múltiples vilezas que se sucedieron en estos escenarios desde aquel lejano viernes del 17 de julio de 1936  es tan necesario  como “voluntariamente” ignorado por las familias de las víctimas y perversamente ocultado por los verdugos, afirmaciones que dan para un tratado extenso pero en este artículo lo que quiero destacar es un detalle minúsculo de todo lo aprendido en la jornada. Se trata del grupo de pequeños pajaritos (gorriones) que se asoman al lugar donde concluyó la visita,  las aberturas en el cubo central del Memorial a las víctimas de la violencia franquista que el Ayuntamiento de Zaragoza erigió en su día en el antiguo aparcamiento del cementerio de Torrero, frente a las instalaciones del tanatorio.

El monumento se levanta muy cerca de la tapia donde fueron ejecutadas la mayoría de las 3.543 víctimas de la represión política entre 1936 y 1946, un listado que incluye personas de edades que van desde 13 a 78 años, la mayoría de la capital aragonesa, aunque las hay de otros 348 municipios. Es importante reseñar que su elevación contó con el  acuerdo unánime de todos los grupos políticos en sesión municipal de fecha 25 de septiembre de 2009 y que el Catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Zaragoza, Julián Casanova, y sus colaboradoras Angela Cenarro, Julita Cifuentes, Mª Pilar Maluenda y Mª Pilar Salomón  se encargaron de realizar un exhaustivo estudio para establecer la identidad y circunstancias de los represaliados. La obra se compone de 3.543 placas de acero galvanizado, una por cada una de las víctimas recuperadas con indicación de su nombre  (aunque 607 no han sido identificadas) que se ordenan alfabéticamente según el día, mes y año de fusilamiento, formando una espiral de 500 metros. La información procede de los libros de defunciones del registro civil, del propio registro del cementerio, de los expedientes de inscripción del Juzgado y de los archivos militares. Las anotaciones del fraile Gumersindo de Estella, capellán de la prisión y testigo de las ejecuciones, fueron de extraordinaria ayuda para el recuento elaborado. Pilar Amador, nuestra guía para la ocasión, destacó el importante testimonio de este sacerdote, encargado de confesar a los reos de muerte y que, horrorizado por los horrores  que tuvo que presenciar (valga más que nunca la redundancia), optó por llevar un diario con los detalles de las macabras madrugadas hasta que no pudo resistir más y pidió traslado. En opinión de esta historiadora, su papel es comparable al de Goya en  los Desastres de la Guerra, ambos fueron testigos presenciales nos recuerdan que “eso fue así, yo lo vi, no me lo han contado”. (Los diarios de Gumersindo de Estella así como el estudio de la Universidad están publicados por Mira Editores y se pueden conseguir fácilmente en el mercado).
El diseño del motivo ornamental del Memorial fue obra del equipo de arquitectos de Fernando Bayo y del escultor Miguel Angel Arrudi, que construyeron en el centro una estructura cúbica de chapa, de 4 metros y medio de alto . Este cubo supone el punto de partida de la espiral formada por las chapas metálicas que recuerdan a las víctimas y en él se puede leer la inscripción: "Recuérdalo tú y recuérdalo a otros", versos de un poema de Luis Cernuda. Según el escultor, el cubo "está pintado de color rojo porque simboliza la sangre, el sufrimiento y la pasión de todos los que representa este singular memorial".


La escultura, a su vez, aloja en diversos huecos y planos ( las ventanas a la libertad) una serie de gorriones de bronce a tamaño natural. Es precisamente este motivo el que me ha llevado a invitar a todos los lectores de El Gurrión a este doloroso paseo por nuestra memoria histórica. Los gorriones que se posan en los huecos del monumento fueron elegidos  como símbolo de la pequeñez y fragilidad de aquellas pobres víctimas que se vieron aplastadas por las botas militares y el fuego  de los fusiles. A su vez y, según el propio Arrudi, el conjunto crea una “sensación plástica y paisajista de gran impacto, la espiral transmite la violencia y la brutalidad de los hechos que se conmemoran”.
Entre los pasillos de la espiral que forman las interminables chapas crecen arbustos aromáticos: aliaga, enebro, romero, tomillo, lavanda, salvia, orégano, menta,... que en el momento de nuestra visita necesitaban urgentemente una poda y limpieza pues a causa de las abundantes aguas de la reciente primavera se habían extendido salvajemente. El monumento se consideró único  pues  “en él  las víctimas republicanas aparecen identificadas de forma individual por primera vez" según manifestó el Consejero de Urbanismo e Infraestructuras de la corporación municipal el día de su inauguración, el 27 de octubre de 2010. Añadió también que "no hay ningún ánimo revanchista en el Memorial y se realizó tras el acuerdo unánime de todos los grupos pues se trataba de reconocer la deuda moral que tenía la ciudad con las víctimas". Ese día fue una fecha de inmensa emoción para todos los asistentes, entre los que se contaba el entonces alcalde de Zaragoza, Juan Antonio Belloch, el presidente de Gobierno de Aragón, Marcelino Iglesias, el de la Diputación Provincial, Javier Lambán, los alcaldes de algunas de las localidades de procedencia de las víctimas así como innumerables vecinos y familiares de los fallecidos. También asistió al acto Joan Manuel Serrat cuya madre,  como todos sabréis, procedía de Belchite.  La familia fue masacrada y ella, que era una niña,  la única superviviente que consiguió huir a pie, siguiendo las vías del tren y pudo llegar  a Barcelona donde se instaló.
Joan Manuel Serrat en la inauguración del Memorial

Termino esta breve mirada al pasado con unos tristes versos extraídos del "Díptico español", de LuisCernuda
 

La vida siempre obtiene
revancha contra quienes la negaron:
la historia de mi tierra fue actuada
por enemigos enconados de la vida.
El daño no es de ayer, ni tampoco de ahora,
sino de siempre. Por eso es hoy
la existencia española, llegada al paroxismo,
estúpida y cruel como su fiesta de los toros.

Un pueblo sin razón, adoctrinado desde antiguo
en creer que la razón de soberbia adolece
y ante el cual se grita impune:
muera la inteligencia, predestinado estaba
a acabar adorando las cadenas
y que ese culto obsceno le trajese
adonde hoy le vemos: en cadenas,
sin alegría, libertad ni pensamiento.

Si yo soy español, lo soy
a la manera de aquellos que no pueden
ser otra cosa: y entre todas las cargas
que, al nacer yo, el destino pusiera
sobre mí, ha sido ésa la más dura.
No he cambiado de tierra,
porque no es posible a quien su lengua une,
hasta la muerte, al menester de poesía.



Fuentes:

- FRANCO, Marta: "Cientos de personas homenajean a las víctimas del franquismo", El Periódico de Aragón, 28 de octubre de 2010


(Artículo  de Pilar Ciutad publicado en la revista El Gurrión, nº 153 (noviembre 2018)

La revista El Gurrión puede descargarse digitalmente en este enlace

domingo, 29 de julio de 2018

Recomendaciones lectoras





Recomendaciones de lectura en las que tiene tanta importancia lo que se lee como DÓNDE se lee. Y es que no se me ocurre mejor sitio para leer  estos dos libros que hablan del paisaje de montañas que nos rodea y también de la historia de las gentes que por ellas caminaron no hace tantos años. Una memoria que debemos recuperar, que no puede caer en el olvido. Es el mínimo acto de justicia obligado para quienes dieron su vida por mejorar la nuestra y que en el último momento les quedó la duda de si su sacrificio había resultado inútil. “La tormenta que pasa y se repliega de Irene Abad Buil y José A. Angulo nos cuenta las andanzas de los maquis por el Sobrarbe y, con mucha concreción, en La Fueva. “Pirenaica”, una colección de catorce crónicas de rutas ciclistas por la cordillera en las que su autor, Ander Izagirre, combina deliciosamente de nuevo los paisajes con  los relatos en los que se cuentan los sufrimientos de los esclavos del franquismo que construyeron las más enrevesadas carreteras de montaña así como leyendas, curiosidades y multitud de anécdotas de estos territorios.

Pero volviendo al principio, éstas recomendables lecturas conseguirán fundir intelecto, corazón y sensaciones si las hacemos sentados en el pequeño gran homenaje que acaba de surgir en nuestro pueblo (eligiendo bien la hora según la estación del año).  Ese banco que con tanto sentimiento y voluntad un grupo de amigos ha levantado en recuerdo del que, pronto hará un año, se fue sin tiempo para compartir tantas cosas que quedaban pendientes … De alguna manera, este rincón mantendrá esa presencia añorada.