jueves, 22 de noviembre de 2018

Los gurriones del Memorial de Torrero






El viernes ocho de junio de 2018 tuve la oportunidad de realizar una interesante y estremecedora visita por algunos lugares de nuestra memoria recuperada. Con la magnífica guía de Pilar Amador, profesora de Historia jubilada, y organizado por la Universidad Popular de Zaragoza el recorrido se desarrolló entre la cárcel de Torrero  y el cementerio del mismo nombre. El relato de  las múltiples vilezas que se sucedieron en estos escenarios desde aquel lejano viernes del 17 de julio de 1936  es tan necesario  como “voluntariamente” ignorado por las familias de las víctimas y perversamente ocultado por los verdugos, afirmaciones que dan para un tratado extenso pero en este artículo lo que quiero destacar es un detalle minúsculo de todo lo aprendido en la jornada. Se trata del grupo de pequeños pajaritos (gorriones) que se asoman al lugar donde concluyó la visita,  las aberturas en el cubo central del Memorial a las víctimas de la violencia franquista que el Ayuntamiento de Zaragoza erigió en su día en el antiguo aparcamiento del cementerio de Torrero, frente a las instalaciones del tanatorio.

El monumento se levanta muy cerca de la tapia donde fueron ejecutadas la mayoría de las 3.543 víctimas de la represión política entre 1936 y 1946, un listado que incluye personas de edades que van desde 13 a 78 años, la mayoría de la capital aragonesa, aunque las hay de otros 348 municipios. Es importante reseñar que su elevación contó con el  acuerdo unánime de todos los grupos políticos en sesión municipal de fecha 25 de septiembre de 2009 y que el Catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Zaragoza, Julián Casanova, y sus colaboradoras Angela Cenarro, Julita Cifuentes, Mª Pilar Maluenda y Mª Pilar Salomón  se encargaron de realizar un exhaustivo estudio para establecer la identidad y circunstancias de los represaliados. La obra se compone de 3.543 placas de acero galvanizado, una por cada una de las víctimas recuperadas con indicación de su nombre  (aunque 607 no han sido identificadas) que se ordenan alfabéticamente según el día, mes y año de fusilamiento, formando una espiral de 500 metros. La información procede de los libros de defunciones del registro civil, del propio registro del cementerio, de los expedientes de inscripción del Juzgado y de los archivos militares. Las anotaciones del fraile Gumersindo de Estella, capellán de la prisión y testigo de las ejecuciones, fueron de extraordinaria ayuda para el recuento elaborado. Pilar Amador, nuestra guía para la ocasión, destacó el importante testimonio de este sacerdote, encargado de confesar a los reos de muerte y que, horrorizado por los horrores  que tuvo que presenciar (valga más que nunca la redundancia), optó por llevar un diario con los detalles de las macabras madrugadas hasta que no pudo resistir más y pidió traslado. En opinión de esta historiadora, su papel es comparable al de Goya en  los Desastres de la Guerra, ambos fueron testigos presenciales nos recuerdan que “eso fue así, yo lo vi, no me lo han contado”. (Los diarios de Gumersindo de Estella así como el estudio de la Universidad están publicados por Mira Editores y se pueden conseguir fácilmente en el mercado).
El diseño del motivo ornamental del Memorial fue obra del equipo de arquitectos de Fernando Bayo y del escultor Miguel Angel Arrudi, que construyeron en el centro una estructura cúbica de chapa, de 4 metros y medio de alto . Este cubo supone el punto de partida de la espiral formada por las chapas metálicas que recuerdan a las víctimas y en él se puede leer la inscripción: "Recuérdalo tú y recuérdalo a otros", versos de un poema de Luis Cernuda. Según el escultor, el cubo "está pintado de color rojo porque simboliza la sangre, el sufrimiento y la pasión de todos los que representa este singular memorial".


La escultura, a su vez, aloja en diversos huecos y planos ( las ventanas a la libertad) una serie de gorriones de bronce a tamaño natural. Es precisamente este motivo el que me ha llevado a invitar a todos los lectores de El Gurrión a este doloroso paseo por nuestra memoria histórica. Los gorriones que se posan en los huecos del monumento fueron elegidos  como símbolo de la pequeñez y fragilidad de aquellas pobres víctimas que se vieron aplastadas por las botas militares y el fuego  de los fusiles. A su vez y, según el propio Arrudi, el conjunto crea una “sensación plástica y paisajista de gran impacto, la espiral transmite la violencia y la brutalidad de los hechos que se conmemoran”.
Entre los pasillos de la espiral que forman las interminables chapas crecen arbustos aromáticos: aliaga, enebro, romero, tomillo, lavanda, salvia, orégano, menta,... que en el momento de nuestra visita necesitaban urgentemente una poda y limpieza pues a causa de las abundantes aguas de la reciente primavera se habían extendido salvajemente. El monumento se consideró único  pues  “en él  las víctimas republicanas aparecen identificadas de forma individual por primera vez" según manifestó el Consejero de Urbanismo e Infraestructuras de la corporación municipal el día de su inauguración, el 27 de octubre de 2010. Añadió también que "no hay ningún ánimo revanchista en el Memorial y se realizó tras el acuerdo unánime de todos los grupos pues se trataba de reconocer la deuda moral que tenía la ciudad con las víctimas". Ese día fue una fecha de inmensa emoción para todos los asistentes, entre los que se contaba el entonces alcalde de Zaragoza, Juan Antonio Belloch, el presidente de Gobierno de Aragón, Marcelino Iglesias, el de la Diputación Provincial, Javier Lambán, los alcaldes de algunas de las localidades de procedencia de las víctimas así como innumerables vecinos y familiares de los fallecidos. También asistió al acto Joan Manuel Serrat cuya madre,  como todos sabréis, procedía de Belchite.  La familia fue masacrada y ella, que era una niña,  la única superviviente que consiguió huir a pie, siguiendo las vías del tren y pudo llegar  a Barcelona donde se instaló.
Joan Manuel Serrat en la inauguración del Memorial

Termino esta breve mirada al pasado con unos tristes versos extraídos del "Díptico español", de LuisCernuda
 

La vida siempre obtiene
revancha contra quienes la negaron:
la historia de mi tierra fue actuada
por enemigos enconados de la vida.
El daño no es de ayer, ni tampoco de ahora,
sino de siempre. Por eso es hoy
la existencia española, llegada al paroxismo,
estúpida y cruel como su fiesta de los toros.

Un pueblo sin razón, adoctrinado desde antiguo
en creer que la razón de soberbia adolece
y ante el cual se grita impune:
muera la inteligencia, predestinado estaba
a acabar adorando las cadenas
y que ese culto obsceno le trajese
adonde hoy le vemos: en cadenas,
sin alegría, libertad ni pensamiento.

Si yo soy español, lo soy
a la manera de aquellos que no pueden
ser otra cosa: y entre todas las cargas
que, al nacer yo, el destino pusiera
sobre mí, ha sido ésa la más dura.
No he cambiado de tierra,
porque no es posible a quien su lengua une,
hasta la muerte, al menester de poesía.



Fuentes:

- FRANCO, Marta: "Cientos de personas homenajean a las víctimas del franquismo", El Periódico de Aragón, 28 de octubre de 2010


(Artículo  de Pilar Ciutad publicado en la revista El Gurrión, nº 153 (noviembre 2018)

La revista El Gurrión puede descargarse digitalmente en este enlace

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