domingo, 20 de diciembre de 2015

Pan, vino y aceite para el camino



Y si el pan se tuesta y se le añade aceite del molino de Troncedo ... se coge fuerza para emprender el largo camino del nuevo año que se inicia ...


Aunque ya hayan pasado unos días, os dejamos con algunas imágenes de lo que dio de sí la jornada del domingo 6 de diciembre, IV molienda de aceite de la nueva era del torno de Troncedo...






¡¡¡Feliz año 2016!!!




lunes, 30 de noviembre de 2015

IV MOLIENDA DE ACEITE EN TRONCEDO

Ya queda menos para celebrar la IV Molienda de la nueva era del molino aceitero de Troncedo. Será el  próximo domingo 6 de diciembre y se reproducirá, como en las tres anteriores ediciones el proceso tradicional de selección de olivas, aventado, molienda y prensado  para la elaboración de aceite. 

Estel proceso comenzó ya hace quince días cuando un grupo de "olivareros altivos", desafiando la jornada de espesa niebla, respondieron a la convocatoria  de  las Asociaciones Castillo de Troncedo y Molinos de La Fueva, juntándose para recoger las olivas en Panillo, en terreno de las oliveras de casa Sosas, tan vinculada afectivamente a Troncedo. 




Confiamos en que esta nueva molienda repita el éxito de las ediciones anteriores y reúna a un buen grupo de amigos y amantes de las labores tradicionales de estas tierras, rindiendo un nuevo homenaje a los esforzados campesinos que nos precedieron. La jornada comenzará a las 10:00 y a lo largo de la mañana habrá ocasión para reponer fuerzas con remojones de pan tostado con ajo y aceite recién prensado. Además habrá  panceta para almorzar a mediodía y, más tarde, una comida de menú contundente: judías con chorizo y careta, pan, vino, postre y café*. Habrá posibilidad de adquirir botellas del aceite obtenido.

¡¡¡Nos vemos en el torno de Troncedo el domingo!!!

*PRECIOS: Almuerzo: 4 €; Comida: 8 €; Almuerzo y comida, 10 €
                        Socios de sendas Asociaciones: Almuerzo y comida, 8 €
                        Niños/as hasta 8 años, gratis

domingo, 8 de noviembre de 2015

Patrimonio lingüístico troncedano

Este verano, Fernando Romanos, autor de varios estudios sobre la lengua aragonesa y sus diversas localizaciones, se acercó  a Troncedo de la mano de Iñigo Guitarte para conocer algo más sobre  las "viejas" palabras del lugar.

Fernando, entre cuyas obras se encuentra un pequeño tratado de Aragonés de A Fueba, estaba interesado en investigar sobre los términos y expresiones locales en este núcleo fovano tan influenciado en todos los aspectos, cómo no también en el lingüistico, por la cercanía física y las fuertes relaciones comerciales y humanas con la vecina Ribagorza. Troncedo, ha sido y sigue siendo "territorio de frontera" a todos los efectos.

Fruto de las largas charradas con los vecinos en la puerta del club social en aquellas tardes veraniegas, fuéronse rescatando vocablos y expresiones que algunos tenían guardados, que no olvidados como se pudo comprobar, en el fondo más o menos profundo de su memoria. Así fue como el pasado 28 de octubre nos sorprendimos con una columna del Heraldo Escolar (suplemento del Heraldo de Aragón de los miércoles) dedicada a una mínima recopilación de las palabras que en esos días de estíoy tertulia fueron reflotando entre los vecinos.


miércoles, 4 de noviembre de 2015

martes, 20 de octubre de 2015

El lacuerco

Antes de que las pantallas, los medios y la publicidad nos invadan con terroríficas imágenes e historias "halloweenenses" recordaremos una vez más que el miedo es mucho más anterior a la existencia de Hollywood y de los centros comerciales, que ya nuestros abuelos y abuelas eran capaces de asustarnos con cuentos y leyendas antiquísimos. Así pues, como aperitivo de lo que se avecina, rescatamos de las redes sociales una antigua leyenda aragonesa: EL LACUERCO


El Lacuerco es una culebra peluda y mamífera. 
Sale por las noches del fondo de los ríos y se dirige a las casas donde haya una mujer que acaba de parir.


Cauta y sibilinamente se cuela por alguna abertura que tenga la vivienda, sea puerta, ventana o grieta. Busca a la madre, se acerca a ella cuando amamanta a su bebé, la hipnotiza y la deja adormecida. Entonces chupa la leche de sus pechos. Lo hace suavemente para que la mujer no perciba su presencia.
Pone el extremo de su cola en la boca del bebé para evitar que llore y despierte a la madre.
Al paso de los días, los bebés tienen un color amarillo como la paja de centeno, se debilitan, no medran… nadie sabe por qué. La madre asegura que lo amamanta con la frecuencia adecuada.
Es un ser maléfico y odioso. Tanto que, en tiempos muy remotos, el caserío de San Juan de Plan que se encontraba en la montaña de Ligüés, sufrió una insoportable invasión de Lacuercos. Aquellos antiguos pobladores se vieron obligados a trasladarse a la parte baja del valle y construir el pueblo en la ubicación actual.
Hoy en día, cuando pare una mujer, lo que debe hacerse es tapar todos los orificios de la casa que comuniquen con el exterior. Evitando riesgos… 
Y extender una capa de serrín o ceniza en los alrededores para poder ver sus huellas, seguir su rastro y acabar con él. 
Si se consigue cazar alguno, se envuelve al bebé con la piel de la serpiente, así traspasa la enfermedad a la piel y luego se quema ésta, quedando el bebé sano como una manzana.
Este mítico animal es conocido también en comarcas de Aragón lejanas al Pirineo y en otras zonas montañosas de la Península, aunque no reciben este nombre.
Las serpientes chupando los pechos de la mujer aparecen con no poca frecuencia en la iconografía del románico. Pero no son lacuercos si no son peludas ni la mujer tiene un bebé en sus brazos.

Fuente: Carmen Sánchez Gonzalo en La Historia de Aragón contada por Petronila (página de Facebook)





Portada Catedral de Huesca

Tradicionales reuniones de otoño

Foto: Nuria Rodríguez Solanilla

Se acaba octubre, el otoño avanza y pronto llegará un fin de semana muy especial, aquél en el que se mezclan viejas tradiciones paganas vinculadas a los ciclos de la naturaleza con celebraciones católicas superpuestas a las mismas y además, en nuestro caso, con una pequeña tradición local consistente en "vernos de nuevo en Troncedo" para hacer balance del año y proyectos para el futuro. 

Este es el programa del fin de semana de Todos los Santos que nos han hecho llegar:


SÁBADO 31/10

- 9:00: VECINAL ( a ver si somos capaces de hacer 3 " tajos "... que hace días que no trabajamos jeje ). 
Además, elaboración de Jabón artesanal en el salón !!!

- 13:00: Degustación Vino "Castillo de Troncedo" en el Salón Social. 
Para facilitar la organización al propietario del vino, os agradeceríamos que nos reenviéis email con las personas aprox. por Casa que asistirán al evento. Gracias.

- 18:00: Asamblea General de la Asoc. Cultural Castillo de Troncedo ( adjunto documento ).

En acabar, HALLOWEEN para los peques. Acordaros de los caramelos !!!

DOMINGO 01/11

- 11:00-11:30 Asamblea General de Vecinos en el Salón Social.

domingo, 20 de septiembre de 2015

La Plaza Mayor de Graus


La Plaza Mayor de Graus ha quedado finalmente en segundo lugar en ese extraño concurso que se han montado los de la Guía Repsol. Pero la PLAZA conserva el primer lugar en el  corazón de muchos grausinos de nacimiento así como de las gentes de la redolada y de muchos otros que la han visitado y se han quedado impresionados por su belleza y la riqueza histórica y vital que almacena.Felicidades, Graus.


La Plaza, julio 2015



Se trata de una de las plazas porticadas más bellas de Aragón, ya que en ella se reúnen ejemplos arquitectónicos de diversas índoles. Los arcos de medio punto, los ojivales y los adintelados, fueron creados para albergar uno de los recursos económicos más importantes de la villa, el comercio, instalándose bajo sus porches los comerciantes que venían a los mercados y a las ferias. Realizada durante la ampliación urbanística del siglo XVI gracias al aumento demográfico y económico de Graus, está catalogada Bien de Interés Cultural desde 1.975.

Los edificios más representativos son:

 El Ayuntamiento. Creado en la segunda mitad del siglo XVI es un bello edificio consistorial típico del renacimiento aragonés. Durante esa época, las entidades municipales atravesaron una etapa de ostentación económica que trataron de mostrar en las fachadas de sus nuevas sedes. Destaca el ladrillo como material básico de su construcción, con una galería de arcos de medio punto coronada por un alero de madera. En el centro de la fachada aparece el actual escudo de la villa, datado del esplendor de la Ilustración. Su interior, totalmente renovado, es un escaparate de la arquitectura vanguardista de la zona que le ha valido el premio García Mercadal, siendo especialmente destacable el mural alegórico al paso del tiempo, que decora el techo del Salón de Actos.

Por su perfección, esta representado en el Pueblo Español de Barcelona como ejemplo del renacimiento de Aragón.

 La Casa del Barón. Debe su nombre al Barón de la Conca, que según la leyenda mandó decorar la fachada de su mansión para complacer a su mujer de origen andaluz. Se construyó sobre el antiguo palacio del vicario de San Victorián y fue también palacio del Justicia de la Ribagorza. La ornamentación del siglo XVIII, recogida en todas las caras del edificio, destaca por su llamativo ciclo pictórico, utilizando un sugestivo colorido en tonos vivos. Su función es realzar las imágenes centrales de las alegorías a las ciencias y a las letras que hay en el frente principal que da hacia la plaza Mayor. Jarrones con flores, rostros, franjas y ribetes vegetales ornamentan el resto de la vivienda.

 La Casa Heredia. Actual sede de la Comarca de La Ribagorza, la casa-palacio de la familia Heredia se erigió en época renacentista, remodelándose y decorándose en estilo neoclásico dos siglos más tarde. Habitada por una floreciente familia, fue morada de personajes relacionados con la naturaleza pirenaica, el desarrollo agrícola, así como diplomáticos y militares. Presenta un prominente alero curvo con elementos influidos por el espíritu de la Ilustración. En las pinturas aparecen reflejadas diversos apartados de la Parábola del Hijo Pródigo, enmarcados entre columnas y representaciones de las estaciones del año. Cenefas vegetales se extienden por la fachada, concentrando la mirada en el reloj de sol.

 La Casa Bardaxí. El linaje de los Bardají se funde en la historia, no sólo de la Ribagorza, sino también en la de importantes hechos acaecidos en Aragón. Berenguer de Bardaxí, designado como uno de los representantes del Reino de Aragón en el Compromiso de Caspe, o Eusebio Bardaxi y Azara, destacado diplomático que llegó a ser Diputado de las Cortes de Cádiz, embajador en países europeos, y Presidente de Gobierno, son dos de los ejemplos más notorios. El inmueble es el más sobrio de los que componen la plaza, ostentando cierto aire de palacio clásico. Aquí, el relieve implanta el carácter teatralizado de la época neoclásica, adornando, por medio de columnas estriadas y frontones triangulares, el frente de la mansión. El alero, tallado en madera, está bellamente trabajado, y en el interior de la vivienda todavía se conservan amplios salones y una capilla privada.

 La Casa Capucho. El más amplio de los edificios existentes en la plaza Mayor es la Casa Capucho, siendo su decoración menos sugestiva que el resto. Columnas y frontones en colores azulados y grises resaltan sus vanos principales, y una cenefa recorre los óculos existentes en su planta superior. Balcones de forja, con figuras plásticas, y el alero de madera, despuntan en la gran fachada.

 La Casa Loscertales. Encuadrada entre edificios de mayor valor histórico, sus tres plantas se hayan decoradas con figuras y pilastras que recorren todo el edificio. Una imagen de un querubín sostiene uno de sus balcones, mientras que esbeltas columnas adosadas y un decorado alfiz, moldean su contorno.
Diario de Huesca, marzo de 1928

La plaza en 1917


jueves, 10 de septiembre de 2015

Guerras cercanas o lejanas, según se considere

Una vez más, el amigo Carlos Bravo, nos ofrece fuentes de conocimiento sobre lo que acaeció por estos territorios y su redolada en tiempos más o menos recientes o lejanos, según se considere. Episodios conocidos para algunos, desconocidos por otros muchos y que han ido configurando lo que somos hoy:

LA GUERRA CONTRA LA CONVENCIÓN

Carlos Bravo Suárez

(Artículo publicado en el Llibré de las Fiestas de Graus 2015)


La Guerra contra la Convención fue un conflicto bélico, hoy casi olvidado, que enfrentó a España y Francia entre 1793 y 1795. El escenario geográfico de esta corta guerra fueron las regiones fronterizas entre ambos países y, por lo tanto, la cadena pirenaica en toda su extensión. Aunque por sus menores dificultades orográficas tuvo una mayor incidencia en las zonas extremas de la cordillera, la guerra también se dejó sentir, si bien con menor intensidad, en el Pirineo aragonés.

Eclipsada por la posterior Guerra de la Independencia, de mucha mayor trascendencia y envergadura, la Guerra contra la Convención, que en Cataluña se conoce como Guerra Gran, ha sido poco estudiada por los historiadores modernos. En Aragón, este episodio bélico fue analizado con detalle por José Antonio Ferrer Benimelli en una magnífica tesis doctoral que fue publicada en forma de libro con el título de “El Conde de Aranda y el frente aragonés en la Guerra contra la Convención” (Publicaciones Revista Universidad, Zaragoza, 1965). Ferrer Benimelli es también autor del capítulo “Aragón ante la Revolución francesa”, dentro del libro colectivo “España y la Revolución francesa” (Crítica, Barcelona, 1989), del historiador galo Jean-René Aymes, gran especialista en este periodo.

Desde el punto de vista militar, hay varios gruesos volúmenes del Estado Central del Ejército dedicados al conflicto, publicados entre 1949 y 1959 por el Servicio Histórico Militar con el título de “Campañas en los Pirineos a finales del siglo XVIII”. Más recientemente, en 1997, dentro de las “Actas del III Congreso Internacional de Historia Militar”, editadas por la Institución Fernando el Católico, se incluyen varias ponencias relacionadas con la participación aragonesa en la Guerra contra la Convención.

La causa primera del conflicto fue la Revolución francesa de 1789. El estallido social que supuso y especialmente su contenido anticlerical y antimonárquico pusieron en alerta a la Corona española, cuyo titular Carlos IV había establecido un pacto de familia con su primo, el derrocado y después guillotinado Luis XVI. La nobleza y el influyente y beligerante clero español iniciaron una fuerte campaña antirrevolucionaria y antifrancesa que tuvo una entusiasta respuesta popular en el primer año del conflicto, pero que se fue desinflando a medida que éste avanzaba y llegaban los reveses militares para el ejército español.

No toda la sociedad española estaba a favor de la guerra. Algunas minorías ilustradas e intelectuales –luego tildadas de afrancesadas– preferían evitar el conflicto con Francia. Uno de los más destacados partidarios de la neutralidad armada frente al expansionismo ideológico revolucionario francés fue el Conde de Aranda. El ilustrado aristócrata aragonés era el valido real al inicio del conflicto y su oposición al mismo le costaría el puesto y el exilio interior. Ferrer Benimelli, en su magnífico libro, desmonta las tesis de quienes creen que Aranda era simpatizante de la Revolución Francesa y lo acusan de masón. Aranda simpatizó con las ideas ilustradas, pero se mostró claramente defensor de la Monarquía al ver los derroteros que habían tomado los acontecimientos en Francia. Sus argumentos contra la guerra, luego convertidos desgraciadamente en realidad, eran que España poco tenía que ganar en ella y sí mucho que perder, sobre todo frente a la rapiña inglesa en las colonias españolas en América. Aranda siempre consideró a Inglaterra, y no a Francia, como el verdadero enemigo de España.

Sea como fuere, la escalada entre ambos países tomó un cariz irreversible y Francia declaró la guerra a España el 7 de marzo de 1793. España devolvió la declaración bélica el día 23 del mismo mes. Siguiendo casi en todo a Ferrer Benimelli, pretendo resumir aquí la incidencia que el conflicto tuvo en nuestra comarca ribagorzana y principalmente en el valle de Benasque, escenario de algunas escaramuzas armadas durante la guerra que nos ocupa.

Una de las primeras consecuencias de la Revolución fue la llegada a España de muchos exiliados franceses, nobles y clérigos en su mayoría. Huían de las persecuciones revolucionarias, pero pronto supusieron un problema para las autoridades españolas a quienes, al igual que al pueblo llano, impregnado de galofobia, no inspiraban demasiada confianza.

Ya desde el estallido revolucionario en el país vecino, el gobierno español, con Floridablanca como primer ministro, tomó medidas drásticas para evitar que las ideas revolucionarias penetraran en España. Fue el llamado cordón sanitario, que se estableció a lo largo de la frontera pirenaica desde 1790. Uno de los aspectos destacables de esta guerra fue el uso de espías y confidentes a ambos lados de la frontera. Así, en junio de 1792, llegó al gobernador español del valle de Arán la noticia de la existencia de un complot francés para matar al rey de España. Según las informaciones, tres franceses, cuyo nombre y descripción física se conocían con detalle, pretendían atravesar la frontera haciéndose pasar por caldereros para intentar llegar a Madrid y consumar el magnicidio. El gobernador de Viella escribió al caballero benasqués José Ferraz para ponerlo sobre aviso. El alcalde de Benasque, Juan Ignacio Cornel, ordenó una intensa vigilancia de la frontera y se consiguió detener a uno de los sospechosos, un tal Bautista Labadens, que sabemos falleció en la cárcel unos años más tarde. Los franceses que viajaban con él, y contra quienes nada se pudo probar, seguían en prisión “por si acaso” en 1796, una vez que las hostilidades ya habían terminado.

A finales de 1792 se fue preparando la guerra con la movilización de unidades militares y la formación de milicias populares en cada provincia. En el partido de Benabarre, al que correspondía la comarca de Ribagorza, según un documento fechado el 24 de mayo de 1793, se habían apuntado 288 voluntarios. Las milicias populares fueron, sin duda, fundamentales en el frente de Aragón.

Al iniciarse la guerra se crearon tres ejércitos en el Pirineo. El más numeroso fue el del frente catalán, con unos 32.000 hombres al mando del general Ricardos, barbastrense de nacimiento. El frente occidental vasco-navarro, a las órdenes del general Caro, contaba con un total de unos 20.000 hombres, entre soldados y voluntarios. El frente aragonés estaba al mando de Don Pablo Sangro y Merode, príncipe de Castellfranco, y entre militares y paisanos se aproximaría a los 6.000 hombres. Su misión era defender los difíciles pasos centrales del Pirineo y ayudar, si la situación lo exigía, como así ocurrió, a los otros dos ejércitos pirenaicos.

A finales de marzo, nada más iniciarse las hostilidades, los franceses ocuparon por completo el valle de Arán. La operación resultó fácil por encontrarse esta región en la vertiente norte de los Pirineos. La situación obligó tanto al ejército catalán como al aragonés a defender bien las posiciones montañosas y evitar que los galos continuaran hacia el sur, como al parecer llegó a ser su intención en algunos momentos. Pese a que hubo algunas disidencias entre Castellfranco y Ricardos, el ejército español, con gran participación de paisanos, logró contener los intentos franceses de superar los elevados puertos que separan las dos vertientes pirenaicas.

Cuando el conflicto se declaró, se puso en marcha un gran movimiento patriótico impulsado por la iglesia y la nobleza. Ambos estamentos participaron activamente en la movilización. Desde el primer momento la Iglesia trató de convertir el conflicto en una guerra de religión, en la que los españoles defendían el trono y el altar frente a los impíos franceses, republicanos y ateos. Hubo una activa participación de sacerdotes rurales en las actividades bélicas. En un documento que se conserva, los curas del valle de Puértolas, en Sobrarbe, solicitan armas al mando militar, que les contesta que éstas les serían enviadas desde Benasque. Los clérigos responden que prefieren ir ellos mismos a buscarlas a Barbastro, porque les resulta más fácil y podrán así disponer antes de ellas. El obispo de Barbastro ofreció al ejército los derechos y las rentas de las villas ribagorzanas de Graus y Chía. Cuando Castellfranco subió con su ejército desde Huesca hasta Graus, el obispo barbastrense lo alojó en su palacio episcopal y se sumó a la expedición. El teniente coronel de las Reales Guardias Walonas, en una carta escrita desde Graus a un colega suyo, hace esta irónica observación sobre el hecho de que Castellfranco contara con la compañía del prelado: “El segundo (el obispo) me parece más necesario que el primero (el príncipe), pues nos proporciona víveres y nos prodiga muchas bendiciones”.

Los tres lugares principales de Ribagorza con contingentes militares fueron, por orden de importancia y número de efectivos, Benasque, Vilaller y Graus. Aunque Vilaller pertenece en la actualidad a Cataluña, en aquel tiempo se incluía en Aragón y durante el conflicto fue custodiado por el ejército aragonés de Castellfranco. Vilaller era, además, un punto estratégico para la defensa de las incursiones francesas desde el valle de Arán. En el primer año de guerra, el sector oriental del Pirineo aragonés estaba al mando del comandante Mariano Ibáñez y contaba con 1476 hombres para la defensa de Benasque, Viella, Vilaller y todos sus núcleos agregados.

Fue en los meses de septiembre y octubre de 1793 cuando se registraron importantes combates en el valle de Benasque. Tras una acción española en el valle de Tena, los franceses que ocupaban el valle de Arán intentaron romper las defensas españolas y penetrar en nuestro país: primero por Vilaller, luego por Esterri d´Àneu y más tarde por Benasque. En este último caso, su plan consistía en descender hasta Graus y continuar después hacia Barbastro, Monzón y el valle del Ebro. Los intentos franceses resultaron infructuosos por la enconada resistencia ofrecida por los españoles.

El 4 de septiembre los galos atacaron los puertos de Rius y Viella y el Coll de Toro y el puerto de los Araneses en Benasque. Incendiaron varios barracones y se retiraron. El 3 de octubre el ataque se extendió también a los valles de Bielsa y Gistaín. La fuerte ofensiva de ese mismo día sobre Benasque y Plan obligó al príncipe de Castellfranco a desplazarse con urgencia desde Jaca para dirigir personalmente las operaciones de defensa. Los franceses, con una columna de un millar de efectivos, atacaron la zona del Hospital de Benasque desde los puertos de los Araneses y Gorgutes. Simultáneamente, atacaron también con dos mil soldados el puerto de Plan. Los combates duraron todo el día y los franceses, con muchas bajas, tuvieron que retirarse por la tarde. Sin embargo, los días 6 y 9 de ese mismo mes, aún con más efectivos y con cuatro cañones, volvieron a atacar el valle de Benasque. La situación fue muy delicada para el ejército aragonés que logró detener el ataque en las inmediaciones del Hospital, principalmente en el paraje denominado Esquerrero, entre los Baños y el propio Hospital de Benasque. Tras fuertes combates y una operación envolvente de las fuerzas españolas, los franceses tuvieron que retirarse definitivamente.

Esos días de 1793 serían sin duda de gran agitación y temor en el valle de Benasque. Se conservan dos documentos –uno del 22 de agosto y otro del 6 de septiembre– en los que se insta a todos los pueblos próximos a Benasque a poner a disposición del ejército todas las caballerías existentes. Entre éstas, que son denominadas bagajes, se distingue entre mayores y menores. Las mayores son los caballos y mulos; las menores, los burros. Además, se distingue también entre las caballerías de los infanzones, las del estado llano y las del clero. Los pueblos incluidos en esta lista son: Cerler, Anciles, Eresué, Ramastué, Liri, Arasán, Urmella, Bisaurri, San Feliu, San Martín, Gabás, El Run, Castejón, Sos, Sesué, Villanova, Sahún, Eriste y Benasque. En total hay 335 bagajes mayores y 122 menores. También se demanda un total de 130 mozos, repartidos proporcionalmente entre los distintos pueblos, para conducir las caballerías mayores.

Tras este intento fallido, y con la llegada de los fríos y las nieves, los franceses abandonaron la idea de penetrar en España por el Pirineo central. Aunque hubo algunas escaramuzas en la zona de Canfranc y en el valle de Arán, el valle de Benasque ya no volvió a ser objeto de ataques hasta el final de la contienda. La guerra pasó a librarse en los frentes occidental y oriental del Pirineo y allí fueron desplazados casi todos los efectivos del ejército aragonés. En abril de 1795, cuatro meses antes del armisticio, en las guarniciones ribagorzanas sólo quedaban 511 hombres en Benasque, 443 en Vilaller y 70 en Graus.

Después de los éxitos iniciales del ejército español, la guerra cambió radicalmente de signo en 1794 y 1795. Los franceses llegaron a tomar las ciudades de San Sebastián, Bilbao y Vitoria en el frente occidental y el castillo de Figueras en el oriental. Finalmente, las negociaciones entre ambos países llevaron a la firma de la Paz de Basilea, el 22 de julio de 1795. España cedió a Francia la parte española de la isla de Santo Domingo y reconoció al nuevo régimen francés; a cambio, los franceses se retiraron de los territorios que habían ocupado y la línea fronteriza pirenaica volvió a quedar tal como estaba antes del conflicto. Pocos años tardarían sin embargo España y Francia en enfrentarse de nuevo en otra guerra mucho más larga, desgarradora y cruel que la que acabamos de relatar.


lunes, 24 de agosto de 2015

À l'autre côté


À l'autre côté (al otro lado) de los Pirineos desplazamos el pasado sábado una avanzadilla de troncedanos al objeto de inspeccionar el territorio vecino. Invitamos a los miembros de la expedición  a que pasen informe de lo visto y vivido para que nos den un poco de envidia sana y la próxima expedición no nos la perdamos ...

sábado, 15 de agosto de 2015

Mujeres rondaderas

Aunque por algunas fotos puediera parecer que lo de la ronda es cosa de hombres, tenemos que precisar que las mujeres también forman parte activa y protagonista de la jornada. Por un lado, la guitarra y la voz de Monse Rami no dejó de acompañarnos en toda la velada del pasado lunes 10 de agosto. Por otro, no hay que olvidar tampoco que las mujeres son protagonistas de la mayoría de las canciones y coplas de ronda y no sólo como cortejo, asunto habitual en estos casos, sino también para celebrar o recordar otros acontecimientos ocurridos en el año. Además, incluso hubo alguna atrevida que, a estas alturas de la película, ha sacado del fondo de su alma algún "gen" escondido de sus raíces familiares aunque, lamentablemente, en este caso sus dotes han degenerado en relación con lo que se cuenta de su abuelo; en fin ... corramos un tupido velo.

Sin embargo sí que es digno de destacar el momento en el que las zagalas respondieron a la llamada de Iñigo y se animaron a cantar la versión en femenino y troncedano de la célebre jota chesa S'a feito de nuey. Una interpretación improvisada que dio fe de las buenas y prometedoras voces de Gloria, Irene, Luz y María  en la que, conforme iban avanzando en la canción, se iban haciendo con ella de tal manera que la culminaron con una fuerza y pasión digna de profesionales.

Felicidades, zagalas, y muchas gracias.


Ya se mete el sol
 detrás del tozal
Viene t’a la era,
 no tardes, zagal.

Chúntate con yo,
te quiero abrazar,
p’a que naide mire
viene  t’al pajar.

Si tu a yo me quiés
tuya me tendrás.          
Cosa mala  femos
y culpa no hay.

Escuita, zagal
les en de decí,
que si no mos casan
mos en de marchá.

Dicen qu’una moza
bien s’ha de casar;
si no ye contigo,
con ninguno más.

Aunque seas pobre,
rica me farás.
Aunque seas pobre,
rica me farás

Ya se mete el sol
 detrás del tozal.
Viene t’a la era,
 no tardes, zagal.


Fiestas y rondas





Las fiestas de San Lorenzo han marcado tradicionalmente el ciclo vital de nuestro pueblo. Antiguamente, cuando la actividad agrícola era el eje sobre el que éste se articulaba, celebraba el momento culminante de recogida de la cosecha del cereal, principal fruto del trabajo de todo el año campesino. En la actualidad representa también un hito anual, cuando  la mayoría celebra sus vacaciones o hace un alto en las mismas o se organiza para poder acudir a la cita del reencuentro con la familia, las amistades y, en suma, con el espíritu troncedano. Es la fecha ideal para cumplir con el objetivo que da título a este blog, el de vernos en Troncedo.

De todas las actividades tradicionales, cada vez va cobrando más fuerza y más calidad la recuperación de la antigua ronda a las casas del pueblo, la que hoy hemos renombrado como Ronda d'os casaus, aunque el título se preste a cierta confusión pues, como muy bien cantó, el mantenedor del asunto, es decir, Antonio Ezquerra, el de Dora, esta ronda es de todos y para todos: solteros, casaus, en estado de merecer y, sobre todo, en estado de buen humor y ganas de pasarlo bien y colaborar. El hecho es que, subrayando la imprescindible y valiosa colaboración de los músicos profesionales y aficionados, que llevan el principal peso de la velada, el coro de voces cada año va sonando más afinado y conjuntado

Y qué decir de los cantadores y cantadoras que, impulsados por el favor del público y el espíritu del momento, se arrancan a  cantar sus coplas, más o menos improvisadas, con dedicatorias cariñosas a la vez que jocosas en muchos casos. Por mi parte, no puedo más que agradecer la comprensión y paciencia del respetable, a la vez que verter mi opinión de que esta iniciativa se está convirtiendo poco a poco en lo mejor de la fiesta.



jueves, 30 de julio de 2015

A la sombra de la montaña

A LA SOMBRA DE LA MONTAÑA

(reproducción íntegra del artículo publicado en la revista digital http://zgrados.com)

24 julio, 2015//Belén Remacha

Luisa y Manuela son las protagonistas de “Las faldas de la montaña”, un documental escrito y dirigido por la periodista Belén Ciutad. Ellas representan a las miles de mujeres que nacieron en las comarcas de Sobrarbe y Ribagorza durante los años 30 y 40. Mujeres y rurales, doblemente invisibilizadas. Siempre a la sombra de la familia, del marido, de los hijos, del trabajo, de la montaña.

Cuando el párroco de su pueblo le pidió a Luisa que leyese esa mañana en misa un pasaje del Nuevo Testamento, ella le contestó que lo sentía, pero que se le habían olvidado las gafas de ver en casa. Era sólo una excusa: Luisa no sabe leer.
Luisa es una de las dos protagonistas del documental Las faldas de la montaña, escrito y dirigido por la periodista Belén Ciutad –Graus, 1988-. Luisa es también una de las miles de mujeres nacidas en el Pirineo, concretamente en el Sobrarbe y la Ribagorza, en las décadas de los años 30 y 40. En realidad,todas las mujeres nacidas en el Sobrarbe y la Ribagorza en las décadas de los años 30 y 40 son las protagonistas de estos 45 minutos. Mujeres y rurales, olvidadas por partida doble. Belén lo rodó todo en noviembre de 2014, con el objetivo de que llegara a tiempo para entrar a concursar en el Festival Internacional de Documental Etnográfico de Espiello. Y llegó. Por el camino, Belén encontró vidas de mujeres que durante toda su vida han vivido a la sombra de sus maridos, de sus hijos, de sus casas. A la sombra de la montaña. Su inspiración fueron sus dos abuelas, las personas, dice, que más le han marcado en su vida. ¿Qué más le llevó a plasmar la vida de Luisa, de Manuela, y de tantas otras? “Ser mujer, ser rural, y haber vivido en mis carnes lo que todavía creo que hay que superar. Las barreras, los estereotipos, que en las zonas de alta montaña siguen mucho más acentuados. Como lo típico de que si en casa tenemos tierras, tú no te vas a ir a labrar, que para eso está tu hermano”.
Belén Ciutad
Belén Ciutad
El proceso de documentación fue sencillo: a más de veinte mujeres se les pasó un mismo cuestionario, y se grabaron en voz sus respuestas; se recopilaron muchas fotos prestadas; y a dos mujeres, Luisa y Manuela, se les entrevistó delante de la cámara. Esto último no es sencillo: “primero por la vergüenza, que la tienen muy acentuada. A la mayoría no les gusta verse en fotos, se ven mayores. Por eso les pedí una foto de antes y una de ahora; la de antes te la dan con todos los amores del mundo, la de ahora no tanto”. Ante todo, Belén quiso retratar, más allá de la guerra, el poder o el trabajo, aquello que es tan simple pero tantas veces ha sido invisibilizado: lo que ellas sentían. Es por eso la importancia del amor en el documental. De entre las preguntas del cuestionario que pasaba a todas las encuestadas, hubo una respuesta que por la casi unanimidad le llamó la atención: no se casaron por amor. “Yo sabía que había casos y que no eran aislados, pero no pensaba que tantos”. En la mayoría de los matrimonios, el cariño y el amor, si es que llegaban, lo hacían mucho después de la boda. En no pocos casos, lo que llegaba tras la luna de miel (o ya durante) era una vida de malos tratos amparada por la Ley de Abandono del Hogar y por el silencio familiar y del pueblo.
La noche de bodas. Otro tema espinoso que Belén no quiso esquivar fue el sexo. El miedo con el que lo afrontaban y el descubrimiento muchos, muchos años después y en algunas ocasiones a través de una pantalla de cine o de televisión de todo un mundo diferente a lo que habían conocido es otro denominador común para esta generación. La dominación del hombre y la inexistencia de control sobre su propia reproducción, también. Sin embargo, Belén no quiso ahondar demasiado en el tema ya que la vergüenza y el pudor también afloran cuando se trata: “no queríamos que lo pasasen mal, que no les quedase mal sabor de boca ni a ellas ni a su familia”. Quisieron hacer algo, ante todo, alegre, que al verlo ni les avergonzase ni les entristeciese, “sobre todo por ellas, si les damos un documento con el que van a llorar, encima de que han sufrido y han vivido todo en sus carnes…”, me señala Ruben Mur, encargado de la preproducción, postproducción y mano derecha de la directora durante todo el proceso. El tercer vértice es Sandra Ros, prima de Belén y muy involucrada en las labores de documentación.
En sus muchos pases por los pueblos de a redolada (como el que tiene lugar en Troncedo, aldea del Sobrarbe en la que nos encontramos) los comentarios de las mujeres mayores siempre son los mismos, me cuenta Rubén: nos dicen que ellas esto también lo han vivido, que a ellas esto también les ha pasado. Tienen la sensación de haber creado un humilde retrato de todo un colectivo. Una pequeña crónica que narra el cambio de la vida de las mujeres rurales que nacieron en la década de 1930 hasta hoy. Cómo ha sido ser una mujer rural en el siglo XX. El documental sigue una secuencia lineal que va avanzando por todas las etapas de la vida: infancia, escuela, matrimonio, casa, hijos… Y después ya, tercera edad. Esta sucesión en la conversación con Luisa y Manuela sólo se rompe con las recreaciones que rodaron interpretadas por ellos mismos y sus familiares. Escenas crudas, pero mucho menos que la vida real. En una de ellas, una joven se esconde debajo de la cama cuando llegan a su casa para desposarla con su futuro marido; tras un buen rato, su hermano le da un ultimátum para que aparezca por el salón. En la historia real en la que está basada, el padre acabó arrastrando de los pelos a la aterrorizada moza para que hiciese lo que todos esperaban de ella. Como estos testimonios, cientos. “Muchas me decían que ir a la casa del marido cuando te casabas era lo peor que te podía pasar. Porque eras una criada, y la familia de tu marido te recordaba día a día que aquella no era tu casa, que te habían recogido de la calle, y que fueras agradecida”. Manuela habla en algún momento de esos 45 minutos de sentirse persona. Durante mucho tiempo, no supo lo que eso significaba.
Mujeres del Pirineo, tras las faldas de las montañas
Mujeres del Pirineo, tras las faldas de las montañas
El proyecto de Belén y Rubén no se queda aquí. “Ahora vamos con Las faldas de Aragóna dar voz a las mujeres de Huesca, de Zaragoza y de Teruel, en concreto de los núcleos más empobrecidos, pequeños y de difícil acceso. Vamos a escucharlas, porque tienen mucho que decir”. Quieren abarcar, además, más generaciones: ver qué aspectos han cambiado y qué opresiones perduran en la vida de las mujeres rurales aragonesas. Quieren ligarlo con la pérdida del aragonés como lengua. Y no es un tema trivial ni casual. Luisa, durante el documental, emplea una mezcla de aragonés, catalán y español. Es así como ella sabe hablar. “Le dijimos que no se preocupara, que la entendíamos, que si era necesario la subtitularíamos, pero que hablase como supiese y como le saliese”, me explica Rubén. El aragonés ha sido siempre la lengua de casa, es decir, cosa de mujeres. Los hombres se iban a la ciudad a trabajar, hacían negocios, viajaban y tardaban tres días en conocer a los hijos. Sabían hablar español. Ellas, lo aprendieron por la necesidad que les creó la emigración o la viudez (o en algunos casos, el irse a servir de criada desde niña). La lengua de casa se quedó en casa, por imposición franquista, por vergüenza, y tal vez también por machismo.
Las vielas de Campo (municipio ribagorzano del que procede Luisa) es un juego de bolos al que sólo juegan mujeres. Un espacio para ellas que la tradición creó, como en otros pueblos, a la vez que eran expulsadas de tantos otros masculinos (el campo, la cantina, la escuela). Una microsociedad femenina que, mirada con los ojos del siglo XXI, está llena de sororidad. Basta con escuchar, mientras aún podamos, de qué tratan costumbres como esta para entender cuánto nos tienen que enseñar. La recuperación y revitalización de nuestros pueblos ha de ir pareja al empoderamiento, visibilización y ruptura de estereotipos. Las faldas de la montaña las llevan nuestras abuelas.

domingo, 26 de julio de 2015

Claudio Martí, ciudadano del mundo





Claude Martí, Claudi Martí en occitano o Claudio como le llamamos por estas tierras cantó el pasado jueves 23 de julio en el Festival Castillo de Aínsa. Fue un empeño personal de Paco Aparicio (Titiriteros de Binéfar) conseguir su presencia en este marco al que acudió acompañado por dos buenos amigos y músicos, Pierre Peyras al bajo y Gérard Pansanel a la guitarra, ambos miembros de la Orquesta Nacional Francesa de Jazz. Un recital magnífico y  entrañable en el que Claudio fue desgranando sus propias composiciones con las de otros autores franceses y al que también incorporó algunas canciones guerrilleras (Bella Ciao, Comandante Che Guevara …); entremezclando sus “tres lenguas maternas”, español, occitano y francés. Especialmente emotivo fue el momentos en el que entonó Entre el Cinca  y el Ésera (himno oficioso de La Fueva, la tierra de sus abuelos) y la Calle Alta, en la que describe el ambiente de aquel barrio de Las pequeñas Españas* de su Carcasonne natal en el que creció rodeado de españoles (leoneses, catalanes, aragoneses …)  que le transmitieron las palabras, las canciones de su tierra y también sus ideales revolucionarios.



Claudio aprendió a cantar y a tocar la guitarra con sus vecinos de aquel barrio, concretamente con los más antiguos habitantes del lugar, los gitanos, y de manera autodidacta fue evolucionando hasta convertirse en un  cantautor destacado del Languedoc francés. Las primeras canciones que popularizó  fueron cantadas  en occitano, lengua que reivindica como un patrimonio cultural a consolidar y difundir, pero también ha cantado y escrito en español y en francés porque, como él dice, las lenguas no deben servir para diferenciar y  levantar barreras sino más bien para derribar fronteras y favorecer el internacionalismo. Habla con conocimiento de causa, este hombre cuyos abuelos emigraron desde la casa Noguero de Pallaruelo de Monclús (para quien no lo sepa, pueblo deshabitado del Sobrarbe) a Francia en busca de una vida mejor, que ha crecido en Carcasonne rodeado de españoles y españolas exiliados tras la victoria franquista, maestro en Marruecos y Cuba en misiones de cooperación del Estado francés, casado con una italiana y que ahora tiene una nuera húngara.  Este espíritu abierto no está reñido o, más bien, viene apoyado por la búsqueda de sus raíces, lo que le trajo ya hace tiempo por estas tierras tras el rastro de aquellos abuelos emigrantes. Encontró solo las ruinas de la casa familiar pero también contactó con la familia que le quedaba en Troncedo, Antonio Garcés Sallán de Casa Jornalero resultó ser hijo de una prima de la abuela. Además entabló amistad con casa Mariñosa y, después, con Luis Araguás de Buetas. 

Precisamente, a través de la amistad con Luis Araguás que ejercía de maestro en Tierrantona se organizaron durante varios años unos intercambios entre los alumnos y familias de la escuela de Couffulens de la que Claudio era maestro y otras familias de La Fueva. Unas relaciones que dieron lugar a buenas amistades que todavía se conservan muy vivas como pudimos comprobar con el grupo de amigos que se reunieron el viernes siguiente al concierto para cenar en compañía de Claude. Para más información sobre la relación de Claudio con Troncedo añadimos que  también Quino de Mariñosa, José Mari de Baile y José de Solanilla disfrutaron de una estancia en Couffulens, en casa de Claudio.

Por cierto, que Claudio está deseando venir a cantar a Troncedo en cuanto se lo propongamos.

*Les petites Espagnes es el título de una novela de Claudio publicada en 1984