En aquellas Semanas Santas de hace unas décadas uno de los ritos obligados era el adorno del "monumento" y, como el frío invierno había dejado pocas macetas con vida y menos con flores, se recurría a las "cabelleras" que habían preparado las mujeres unos meses antes. Eran unas macetas donde se habían sembrado muchas semillas de cereales variados y guardado en las bodegas; las semillas germinaban, no se helaban y en la oscuridad crecían largas y muy blancas, consiguiéndose un efecto estupendo y más bonito si las semillas eran bien variadas, las avezas producían mucho efecto. Otra obligación, ésta para los niños, era preparar las "arraclas" o "carraclas", auténticos ingenios con ruedas dentadas y cañas que giraban o martillos que golpeaban una tabla, cuya función era hacer mucho ruido para sustituir el tañer de las campanas, mudas en señal de luto por la muerte del Señor y que todos los vecinos supieran cuándo iban a comenzar los oficios sagrados (desde el castillo se tenían que oír en Santangel y desde Cabolugar en casa Torretas).
En Jueves Santo había que "dar muerte a los judíos" (hoy en día me parece escandalosa esta expresión pero no hace tanto se pronunciaba con naturalidad, desde luego los de Troncedo dudo mucho que asociaran la expresión con situaciones contemporáneas, supongo que los judíos para ellos eran unos tipos barbados y con túnicas que aparecían en algunos libros religiosos). Los judíos siguiendo con esa iconografía infantilizada habían sido malos y habían matado a Jesucrito y para "matarlos" en el momento en el que el cura advertía, todos los asistentes a la ceremonia de esa tarde se lanzaban a dar golpes a las sillas o bancos en los que estaban o a dar palmas como indicando la muerte de los ya citados "perversos" hebreos.
El Sábado de Pascua por la mañana los mozos se disponían a limpiar las balsas o "basas" donde a lo largo del año habían ido las mujeres a lavar la ropa: la basa del lavadero del pueblo, la basa de la fuente vieja, la basa de la fuente de San Angel. De este modo, las basas quedaban preparadas un año más tras haberles eliminado el "buro", los restos de jabón, las piedras ... Luego a media tarde, los mismos mozos recogían por las casas patatas, tocino, longanizas, huevos ... con los que se preparaban una lifara en casa del mayordomo. Las mozas no eran invitadas a la cena. Sin embargo, en las sesiones de baile de tarde y noche amenizadas por la orquesta del pueblo, no podrían pasar sin ellas. (Caixigo nº 2)
Troncedo 2009. No son mozos, no es Sábado de Pascua, pero se siguen juntando para limpiar basas, fuentes y caminos. |
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