viernes, 6 de septiembre de 2024

Años de vida... para recordar y LEER

 

No se me ocurre mejor homenaje a un abuelo que escribir su vida. Además el trabajo viene en un lenguaje literario de sorprendente calidad para ser una ópera prima de alguien ajeno a ese mundillo  Y si cualquiera de las peripecias vitales de nuestros ancestros, hasta las más anodinas, son dignas de ser contadas y rescatadas del olvido, cuando éstas se desarrollan en los tiempos de convulsión y desgarro que le tocaron vivir al doctor Borraz, el retrato amplía el foco a todo el pasado reciente de este país. Por eso el libro pasa a engrosar la lista de lecturas recomendadas para la recuperación de la memoria histórica o, mejor dicho, memoria democrática. Una necesidad que cada vez se está haciendo más evidente, por el interés de unos y otros. Los que abogan por el rescate y los que lo hacen por el olvido. Como le escuché decir recientemente a Blas Coscollar en Saravillo con motivo de otro ejercicio de rescate histórico, en este caso de la figura de Constante Bielsa y su familia de músicos franceses así como la del dance de la Rosca de Saravillo, la memoria es el des-olvido. Y es el desolvido de las generaciones anteriores a la nuestra, sus devenires y los conflictos en los que se vieron envueltos el que debemos conocer y traer al presente para no caer precisamente en el olvido interesado de quienes justifican la complejidad y el horro con argumentos simplistas cuando no negacionistas o, simplemente, falaces.

Pero en esta novela tan personal los lectores altoaragoneses no quedaremos decepcionados, podremos emocionarnos doblemente al reconocer lugares y personas muy próximas y cómo se posicionaron en aquellos años feroces, ya fuera por convicción o porque la riada de acontecimientos los arrastró sin remedio. La autora no ha dudado en describirlos con rigor y crudeza, con nombres y apellidos, empezando por los de su propia familia. Un apunte en cuanto al estilo es el acierto del recurso de dos voces en la narración que por un lado son tan cercanas en lo íntimo y familiar y, por otro, tan distantes en lo emocional y vital, No sé si es premeditado, pero pareciera una lejana analogía con el trasfondo de las dos Españas enfrentadas.

En conclusión, una novela de fácil lectura que atrapa desde la primera página y resulta muy apropiada para estos  días de vuelta a la rutina en los que las tareas y desafíos de nuevas etapas profesionales y vitales se agolpan en nuestra cotidianeidad.

Nos encantaría poder contar con la presencia de la autora, Marta Borraz, en alguna de nuestras próximas sesiones del club de lectura de Troncedo para poder preguntarle muchas cosas sobre esta novela y sobre la información que sin duda ha recopilado para documentarse en su escritura. Mientras tanto, mañana mismo, sábado 7 de septiembre la podéis encontrar en Aínsa.




jueves, 5 de septiembre de 2024

Encuentros con José Luis Simón y Araceli Cereceda (y III)

 






                                             




El pasado 8 de agosto tuvo lugar el tercero de nuestros encuentros amistosos y culturales. A partir de ese día, el frenesí… las fiestas, los encuentros familiares, las resacas de todo ello, los viajes...la rentrée. El resultado es que hasta casi un mes después no se ha encontrado momento de sentarse a realizar una pequeña reseña de lo que constituyó esta última sesión. Difícil tarea porque aunque la emoción resta intacta, el resumen de la interesante y técnica disertación de José Luis hubiera precisado de una observadora más formal y rigurosa que hubiera tomado nota por cualquier medio y no confiara todo a su memoria.


Me he referido a una exposición técnica y que también encierra mucho conocimiento de la complejidad del Universo pero la primera parte de la exposición fue muy concisa y clara. Nos adentramos en los inicios de la Geología como ciencia y el paradigma de la Ilustración en la que el ser humano (hombre en general, para más señas) toma un papel de explotador de la naturaleza así como de corrector de sus “imperfecciones”. La Geología actual nos ofrece un paradigma mucho más humanista que se fundamenta en el estudio, conocimiento y respeto por la Tierra y sus fenómenos, lo cual nos habría evitado y nos debería ahorrar grandes desastres como los que seguimos viviendo. Y no solo en los medios de comunicación, sino que algunos han sucedido muy cerca, tal y como pudimos comprobar en el análisis del irracional emplazamiento del camping de Biescas, que dio como resultado la tragedia del verano de 1996 y que, con tanta claridad nos explicó José Luis.


Una segunda parte de la exposición estuvo centrada en el movimiento CienciaArte que, como su nombre indica, une Ciencia y Arte, Ciencia y Emoción, dos facetas indisolubles del conocimiento humano que el racionalismo exacerbado se ha empeñado en disociar tradicionalmente. Aunque no se trata de nada nuevo bajo el Sol (nunca mejor dicho), pues el propio Pitágoras hablaba de “la música de las esferas”. Y a partir de estas premisas, José Luis nos habló de su trabajo (en equipo con Lope Ezquerro y el grupo O’Carolan por desentrañar la música de la Tierra. Con un riguroso estudio de los estratos y su grosor han podido escribir la partitura “escondida” en el subsuelo de distintos parajes. Tuvimos la ocasión de escuchar las grabaciones al respecto y de visionar un delicioso vídeo que combinaba bellas imágenes con música y danza.




Y, por si todo lo anterior no fuera suficiente, Araceli Cereceda y José Luis Simón, las dos “jóvenes promesas” musicales tal y como se presentó la primera, nos ofrecieron un breve pero delicado recital con una hermosa selección de canciones de Labordeta, MonteSolo, Ricardo Constante… y una maravillosa Las manos de mi madre del argentino Peteco Caravajal.




Una tarde de agosto, una víspera de jornadas festivas… inolvidable. Da gusto tener amigos para ESTO.




Si os ha sabido a poco, podéis escuchar la canción completa en este enlace de youtube, aunque confieso que me gustó mucho más en las voces delicadas de José Luis y Araceli.