domingo, 13 de mayo de 2012

Romance del prisionero


Que por mayo era, por mayo,
cuando hace la calor,
cuando los trigos encañan
y están los campos en flor,
cuando canta la calandria
y responde el ruiseñor,
cuando los enamorados
van a servir al amor;
sino yo, triste, cuitado,
que vivo en esta prisión;
que ni sé cuándo es de día
ni cuándo las noches son,
sino por una avecilla
que me cantaba el albor.
Matómela un ballestero;
déle Dios mal galardón.


Nada mejor que un poema para expresar un sentimiento. Ahora, cuando ya estamos en mayo y la primavera se nos ofrece en su mayor esplendor,  podemos entender mejor la inmensa tragedia del prisionero que se vio privado de ella, en lo hondo de aquella mazmorra y la sensibilidad del poeta anónimo que nos dejó para siempre el relato de su desgracia. He recordado este poema al contemplar los lirios silvestres que en su día Ana transplantó junto a la puerta de su casa, aunque todo el término esté en este tiempo plagado de motivos para evocar el mismo romance.

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