viernes, 9 de diciembre de 2011

XIV Premios Félix de Azara

Sentir el Cinca. Oscar Catalán.
Se han dado a conocer ya los premiados en la XIV edición de los Premios Félix de Azara que concede la Diputación Provincial de Huesca. El objeto de estos premios, según las bases de la convocatoria, es  "reconocer las iniciativas realizadas por los diferentes colectivos, asociaciones, empresas y ciudadanos en la defensa y en la mejora del medio ambiente". Nosotros, los de Troncedo, lo sabemos bien porque  tuvimos el honor de recibir un accésit en la categoría de entidades sin ánimo de lucro en la edición del año 2006. En esa misma categoría, este año el primer premio ha recaído en la Asociación Fondo Amigos del Buitre por el estudio, marcaje y seguimiento de la población invernante del milano real en el Cinca Medio y Binaced. Desde 2005 se han realizado 342 anillajes que permiten estudias la filopatria del milano en colaboración con asociaciones y entidades europeas que notifican el avistamiento de las aves. El accésit en la misma categoría ha sido para la Asociación Española contra el Cáncer Bajo Cinca, por 'Encuentros con la vida'. Esta actividad consta de cuatro paseos estacionales por las riberas del río Cinca, a su paso por Fraga, con cámaras fotografías, haciendo un paralelismo con las fases de la enfermedad --noticia, el espejo, vida nueva y recompensa--

La lista completa de premios incluye también el Premio Internacional de Fotografía 'David Gómez Samitier'  que ha sido para Óscar Catalán Martínez, de Huesca, por el trabajo 'Sentir el Cinca': una preciosa fotografía  tomada desde un punto próximo a la localidad de Aínsa que refleja un momento del descenso de las navatas por el río Cinca, el pasado mes de mayo. 


Félix de Azara retratado por Goya. 1805
Félix de Azara (Barbuñales, 1742 - Huesca, 1821) es  uno de los aragoneses con más trascendencia hispano-americana y europea del siglo XVIII. En la Universidad Sertoriana de Huesca cursó, desde 1757 a 1761, estudios de filosofía, artes y derecho; pero, más atraído por la milicia, comienza su carrera militar como cadete del Regimiento de Infantería de Galicia, estudia matemáticas en Barcelona, y en 1767 es promovido a «subteniente de Infantería e ingeniero delineador de los ejércitos nacionales y fronteras». Su gran periplo, el que le habría de hacer famoso, comienza cuando, siendo teniente coronel de Ingenieros en San Sebastián recibe en 1781 la orden de trasladarse a Río de la Plata en calidad de comisario de límites, con el nombramiento de capitán de fragata, para hacer efectivo el tratado del Pardo de 1778 que fija la frontera hispano-lusitana en tierras de América del Sur. Allí, esperando en vano la llegada de la parte portuguesa que habría de colaborar con él, pasa doce años preparando cuanto habría de precisar para su cometido.
Ello le lleva a un estudio exhaustivo del Paraguay bajo los puntos de vista hispánico, socioeconómico, geográfico, zoológico y ornitológico, lo que le permite convertirse en la persona imprescindible del virreinato del Río de la Plata. Nombrado por el cabildo de La Asunción «ciudadano de honor», se le encarga la colonización de la banda oriental del Río de la Plata (hoy Uruguay), en el último intento colonizador de España en aquellas tierras. Para ello tuvo el acierto de elegir como lugarteniente al entonces ayudante mayor del Regimiento de Blandengues de Maldonado, José Gervasio de Artigas, años más tarde prócer fundador de la república del Uruguay y nieto de un emigrante de La Puebla de Albortón (Teruel). En 1801 recibe autorización para volver a España. Acude a París, donde su hermano José Nicolás Buscar voz... era a la sazón embajador ante Napoleón Bonaparte, y aquél, que conocía su obra y la trascendencia de ella, lo presenta en el Museo de Historia Natural, donde Cuvier y sus colegas Waelkenaer, Lacepede, Geoffroy, Saint Hilaire, etc., le recibieron con auténtica admiración.
Sus últimos años, tras  renunciar al virreinato de Méjico que le ofrecía Godoy y aceptar el ser miembro de la «Junta de Fortificación de Ambas Américas» los pasa en su pueblo natal, trasladándose a Huesca después de la guerra de la Independencia.  Con esta ocasión es nombrado regidor de aquella ciudad.  En esta situación, y pues no en balde era miembro fundador de la Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País  desde 1779, realiza sus últimos estudios de corte aragonés: Las Pardinas del Alto Aragón; Los olivos de Alquézar y sus aldeas, y otros sobre las causas de la decadencia aragonesa y la división de la región en provincias.
Murió en Huesca en 1821.
Sus obras más importantes:
Memoria sobre el estado rural del Río de la Plata; Páxaros del Paraguay; Cuadrúpedos del Paraguay, y el compendio Viajes a la América Meridional, tuvieron una trascendencia internacional. La primera supuso el pedestal socio-económico imprescindible para las futuras repúblicas, y las otras tres, al aceptarse como una evidente novedad en las más altas instancias de la ciencia francesa, dieron lugar, con su publicación en París, al inicio de la teoría de la evolución de las especies que sesenta años más tarde desarrolló Darwin, y a la corrección de la obra de Buffon, hasta entonces intangible. Fueron publicadas, además de en español, en francés, inglés y alemán. 


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