Siempre me pregunté de dónde se habrían sacado los abuelos ese nombre, ya sabéis que por aquellos tiempos la gente no perdía mucho tiempo en discurrir cómo llamar a la zagalería. La prole solía ser abundante y, generalmente, los primeros hijos continuaban con la tradición de apelativos familiares y, cuando este cupo se consideraba cubierto, se recurría (salvo excepciones) al santo del día de nacimiento. No es el caso. Mi madre, Balbina Lacambra, siempre me contó que la llamaron como a una maestra de la zona, no sabía de dónde exactamente. Hace menos de un año, revisando el catálogo de una exposición sobre la Escuela de Vanguardia en Graus, encontré el nombre de Dª Balbina Viñas, sobrina de Costa, que ejerció como maestra en la década de los años veinte. Coinciden las fechas con el nacimiento de mi madre y, dada la frecuencia de los viajes de mi abuelo a ferias y mercados de Graus y sus abundantes relaciones sociales, no es de extrañar que, en septiembre de 1925 cuando llegó a Troncedo, procedente de la feria de Graus de ese año, y se encontró con la zagala que había nacido en su ausencia, recurriera a ese mismo nombre de cierta cacofonía que hubiera escuchado en alguna de sus múltiples conversaciones. Lo que no sabría ese dicharachero abuelo que con ese apelativo que significa "habladora, parlanchina" estaba determinando el futuro carácter de la ninona si no le venía ya bastante marcado por la genética que él mismo le transmitió.
Iglesia de Santa Balbina.Roma |
Siglos, mares y territorios separan a estas dos Balbinas a quienes hoy me ha dado por evocar. Para la primera no necesito excusas, la segunda ha sido el pretexto para hacer público mi recuerdo permanente. Curiosamente, a pesar de todas las distancias, en la breve hagiografía de la santa encuentro un punto en común con mi madre, esa devoción que ambas tuvieron por la figura paterna. Balbina del Albañil durante toda su vida, con tanta intensidad que los nietos recordamos al abuelo como una persona con la que hubiéramos convivido, a pesar de que falleciera mucho antes de nacer nosotros. La santa parece (o al menos así se cuenta en una hagiografía repleta de falsedades, seguramente) que fue al martirio siguiendo los pasos de su padre, también mártir.
Balbina, Pili e Irene en la puerta de casa Albañil. 1988 |
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