Sólo hace dos días que hemos tenido la noticia de que un nuevo miembro ha llegado a casa Mariñosa. Todos nos hemos alegrado con la buena nueva y la certeza de que madre e hijo están perfectamente pero, antes de tener ocasión de obsequiar al recién nacido y a sus felices padres, ha sido Gabi, la mamá quien nos sorprende con un regalo. Uno de los mejores, de aquellos que se ofrecen desde el corazón. Una carta de amor a Troncedo que nos toca a todos.
Gracias infinitas, Gabi, por estas bellas palabras. Bienvenido al mundo, Giuseppe, estamos deseando verte por aquí y muchas felicidades a Raúl. Parabéns para toda la familia.
Gracias infinitas, Gabi, por estas bellas palabras. Bienvenido al mundo, Giuseppe, estamos deseando verte por aquí y muchas felicidades a Raúl. Parabéns para toda la familia.
En
septiembre de 2014 conocí Troncedo, aún salía con Raúl (aunque ya estábamos
prometidos para ser sinceros), vinimos a conocer Barcelona y tuve la
oportunidad de pisar allí, llegué desprevenida y desde el primer momento, con
lo visual que soy, ¡la belleza del lugar con casas de piedra me cautivó!
No, en
Brasil no existe el concepto de pueblo, somos un país joven, ni mucha historia
conseguimos crear todavía, además, por ser tan poblado, o encontramos alguna
casa perdida y mal cuidada por la montaña, o ya se encuentra en una ciudad
directamente.
En aquel
momento fui viendo, a pesar de ni siquiera entender el castellano en aquella
época, que había algo más que belleza, que había magia.
Me sentí más
que bien recibida por la familia Mariñosa. Aquel día conocí a Quino, Jovi,
Carlos, Diego y Dora. Tras llenarme de comida y buenas intenciones subimos al
bar. Qué vista tan espectacular y qué gente tan simpática, pensé, aún sin
entender demasiado sentí la vibración positiva.
Desde
entonces digo que Troncedo tiene la puesta de sol más bonita que conozco, el
árbol de la vida y de los deseos -la higuera que hay en frente de casa
Mariñosa-, la familia más amable que yo conocí -que nunca juzga ni pierde el
tiempo hablando de otros-, y los vecinos más familiares que existen.
Ir a
Troncedo es como ir a otro planeta. La sintonía cambia, las personas se
conectan. Cuando hay fiesta es impresionante. Me siento en una sinfonía de
Beethoven de lo bien que las cosas fluyen con los preparativos. Todos viven en
comunidad y se ayudan, algo que yo nunca he visto, ni de lejos, ni en
películas.
Todos se
paran para preguntar cómo estás y todos arriman el hombro en proyectos para el
pueblo, siempre pensando en la recompensa: cuidar las tradiciones, el entorno y
aprovechar el momento.
Cada viaje
es un aprendizado. No quiero citar nombres en particular porque los admiro a
todos. Incluso, muchas veces, sin recordarlos todos, sé quién es quien y guardo
todo lo que conversamos e intercambiamos en el corazón.
La
experiencia más épica que yo he vivido hasta día de hoy: ha sido en agosto de
2018 cuando vi el resultado del ‘banco de Joseré de Mariñosa’. Sí, los vecinos
se juntaron una vez más para construir algo más que un banco, una espectacular
grada con un precioso banco de madera en homenaje a mi dulce suegro querido por
todos. Cada semana, poco a poco, fueron construyendo con amor aquel maravilloso
lugar en el que tuvimos la oportunidad de sentarnos con la familia. ‘El prado y
tu presencia en el horizonte...’ dice la placa que le pusieron, ¡emocionante!
Deseo larga
vida a Troncedo y a sus raíces, deseo larga vida a Casa Mariñosa. Que las
próximas generaciones entiendan el valor de compartir genuinamente y lo cuiden
con el mismo cariño que vemos ahora en ese lugar encantado donde el tiempo, o
la falta de él, no existe ni nos preocupa.
Gracias Raúl
por mostrarme ese paraíso e por hacerme parte de la familia Mariñosa contigo,
¡me siento bendecida! ¡Que Giuseppe vibre igual que lo hace Ciccio cuando se da
cuenta que está yendo al pueblo! ¡Te amo!
Gabi
Qué bonito Gabi. Gracias. Larga vida a casa Mariñosa.
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