Entramos en septiembre y por mucho que el calendario diga que el verano continúa, el paisaje va
tímidamente cambiando de color. Pronto veremos cómo los verdes exuberantes de
una primavera y unos inicios de verano excepcionalmente lluviosos van cediendo
paso a los amarillos, ocres y rojizos que hacen del otoño una de las estampas
más hermosas del año. Pero no es sólo el paisaje vegetal el que cambia,
lo grave es que también lo hace el humano. Comparemos la imagen que inaugura
esta entrada con la que cerraba la amorosa entrada anterior y podremos sentir
el silencio que se ha adueñado de las calles en las que hace unos días
correteaban ninones y ninonas. Un silencio venerado por quienes huyen de
ajetreos urbanos pero que tanto pesa para los pocos que viven permanentemente
en estos lugares.
Al margen de lo que debamos exigir
a las instituciones, los más interesados, nosotros, algo tendremos que poner
de nuestro ingenio y esfuerzo para
revertir el proceso y conseguir que la vida ocupe estas calles y estas casas en los días de verano,
de primavera, de otoño y de … INVIERNO.
El ricino, una de las plantas que guarda su esplendor para el otoño |
Última hora: Nos hemos enterado de que hay una oferta de venta de un inmueble en el pueblo que podría servir para abrir nuevas oportunidades... Ojalá
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