Señorita, ¿tú vas mucho a Misa, verdad? Eso me preguntaba hace
algunos años una chavalilla. Sin duda se había forjado cierta imagen beata de mi
persona quizás por mis frecuentes referencias al santoral así como a las citas
evangélicas, consecuencia de una educación sesentera en colegio de monjas y de los
calendarios de aquellos tiempos en los que se recordaba ineludiblemente el
santo del día, además, por supuesto, de las tradiciones y costumbres de mi
entorno familiar y social.
Quizás también si alguien se fija en los variados artículos
de este blog dedicados a santos y festividades religiosas puede crearse la
misma falsa imagen de mis devociones particulares. Sin embargo, si las lee con atención,
no tardará en descubrir que, las más de las veces, detrás del santo o
celebración, me esfuerzo en hacer referencia a los vínculos de dichas
fiestas con anteriores tradiciones hundidas en la noche de los tiempos y fuertemente vinculadas con los ciclos de la naturaleza. Es el
caso, por poner un ejemplo, de las recientes fiestas de los santos barbudos, celebrados generalmente prendiendo grandiosas hogueras que con luz y calor conjuran la oscuridad y el rigor
invernales. Pero, mire Vd. que, entre barba y barba, la Santa Madre Iglesia se empeñó
en su día en colarnos una intrusa. Y que
conste que no tengo nada en contra de la pobre Agueda de Catania, una víctima más
de lo que en estos tiempos hubiéramos calificado sin duda como violencia de
género, y que la hagiografía ha revestido de martirio y olor a santidad. Mi rechazo es hacia el hecho de que se hiciera de ella “patrona de las mujeres”, símbolo y
estandarte precisamente del sometimiento al que se las ha condenado secularmente
en las sociedades cristianas y patriarcales de este país. Consagrando con la
celebración de “el día en el que mandaban las mujeres” la persistencia de los 364
días restantes del año en los que se las recluía en el servilismo y la alienación.
Como dicen, con más gracia y más ritmo, los de la Ronda de Boltaña:
Como dicen, con más gracia y más ritmo, los de la Ronda de Boltaña:
¡Echa
la cuenta, zagala, echa la cuenta
de
a cuanto sale el pizco que hoy te dejarán dar!:
Trescientos
sesenta y cuatro días
serán
otros los que pizcarán.
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