El pasado 2 de julio El País publicaba un interesante artículo sobre Cinco valles casi desconocidos del Pirineo Aragonés una invitación a descubrir encantadores rincones del Alto Aragón que todavía se mantienen al margen del turismo masivo, una iniciativa muy sugerente en estos tiempos en los que la pandemia acecha las concentraciones humanas. Me atrevería a decir que quizás este reportaje puede ser mucho más efectivo que ciertas visitas muy protocolarias y mediáticas que se venden como propaganda de los lugares cuando lo cierto es que a quien se pretende reafirmar es a los visitantes "reales". Los cinco valles relacionados son los de Barrabés y Baliera (1), del Isábena (2), Chistau (3), Borau, Aísa y Aragüés (4); y el de Hecho (5). Los del valle de La Fueva, echamos en falta el nuestro en esta relación de destinos, claro que, la ausencia tiene su lógica porque si los cinco anteriores son "casi" desconocidos, el nuestro es desconocido incluso por la gran mayoría de los propios aragoneses, sin el casi.
"Pequeñas poblaciones salpican los campos y praderas o se camuflan en el monte. Algunas fueron, en su día, municipios independientes, aunque la mayoría se integraba en entidades municipales mayores a modo de barrios. Ejemplos de este hábitat disperso son las antiguas aldeas de Muro de Roda, las que pertenecían a Morillo de Monclús, las que componen Toledo de la Nata o las del despoblado Pallaruelo de Monclús" (...)
"El patrimonio románico del valle iene su origen a principios del siglo XI, cuando Sancho III el Mayor, anexionó Sobrarbe al reino de Pamplona prolongando hacia el este la línea defensiva de sus dominios. Tras la reconquista de territorios altoaragoneses a los musulmanes, asentados aún en plazas próximas a Barbastro, Graus o Monzón, creó un cinturón defensivo para proteger los valles del Cinca y del Ésera de un posible ataque enemigo y el valle Fueva se convirtió en un enclave estratégico por su ubicación.
La ruta del románico de La Fueva nos transportará en el tiempo gracias a las construcciones defensivas del S.XI, como el castillo de Samitier, el complejo militar de Muro de Roda o el castillo de Troncedo, declarados como Bien de Interés Cultura"
|
Tozal de Salinas visto desde Troncedo. Foto: Ismael Olacia |
Y después de otras descripciones que sin duda animan a visitarnos a cualquier amante de la vida natural, el paisaje, el aire puro, los cielos limpios, la Historia y la buena gente... el artículo concluye con este estimulante párrafo.
"Además de todo lo comentado hasta ahora, hay muchas otras opciones para disfrutar de emocionantes experiencias en el Valle de La Fueva, pero mejor que contarlo es venir a descubrirlo" Quienes se decidan a hacerlo podrán tener ocasión de disfrutar igualmente de una experiencia no incluida en el catálogo: nuestras inigualables puestas de sol mientras degustamos la cerveza en la terraza más exclusiva del país fovano.